Novena a María Reina de la Paz – Medjugorje- Primer día

PRIMER DIA: LA PAZ

Sabemos, por el Evangelio, cómo Jesús fue misionero de paz. En su nacimiento los ángeles alabaron a Dios porque la paz había llegado “a los hombres en quienes Dios se complace”. Lc 2, 14.

Más adelante, cuando comenzó a predicar proclamó: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios”. Mt 5,9. Y cuando envió a misionar a sus discípulos les dio instrucciones precisas para invocar la paz en las familias: “En la casa en que entréis, decid primero: “Paz a esta casa.” Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; sí no, se volverá a vosotros. Lc 10,5‐6. También, en el contexto de la Ultima Cena, mientras se despedía de los Apóstoles volvió sobre el tema de la paz: “Os dejo la paz, mi paz os doy; no os las doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón, ni se acobarde” Jn 14, 27. Días después, la tarde de la Resurrección, volvió a insistir: “La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió también yo os envío. A quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados y a quienes se les retengan les quedan retenidos”. Jn 20,20‐23. Vemos entonces, cómo la paz era importante para Jesús y cómo delegaba su difusión a sus discípulos. También nosotros hoy, somos responsables de la paz. La paz no depende de los políticos ni de las negociaciones, sino de nuestra propia conversión a Dios. Es el mensaje que la Virgen hoy nos presenta.

Cuando la Madre de Dios habló por primera vez sobre la paz, sus lágrimas corrieron por sus mejillas, deslizándose por el vestido hasta el suelo. Alguien ha llamado, con justa razón, a la Colina de las Apariciones: la colina de las lágrimas de María. Aquel día mencionó que venía “por la paz” y que “la paz debía reinar entre Dios y los hombres y los hombres entre sí.” ¿De qué paz hablaba la Virgen? De la paz que es fruto de la redención. Fruto del misterio pascual de su Hijo. Por esa razón, aquel día la Virgen apareció frente a una gran cruz negra; para hacernos entender que la única paz posible para la humanidad es la que ya nos otorgó su Hijo por medio de su pascua.

En los mensajes de la “Gospa” sobre la paz, es claro, que para que la paz reine en el mundo, primero debe comenzar a reinar en cada corazón y en las familias. Sólo de esta forma, el hombre podrá interceder eficazmente por la paz. Ha dicho que “cuando se ora por la Paz y el corazón no está en paz con Dios y con el prójimo, esa oración no vale tanto.” María es Reina de la Paz, porque nos la ofrece primero al corazón y a nuestras familias. Con su paz, que es la paz de Jesús, podremos interceder entonces por los demás.

“¡Queridos hijos!: Hoy os invito a decidíos por la paz. Orad para que Dios os dé la verdadera paz. Vivid la paz en vuestros corazones y comprenderéis, queridos hijos, que la paz es un don de Dios.

Queridos hijos, sin amor no podéis vivir la paz. El fruto de la paz es el amor y el fruto del amor el perdón. Yo estoy con vosotros y os invito a todos, hijos míos, para que el primer paso que déis, sea perdonar a los de vuestra propia familia. De esta manera, tendréis la capacidad de perdonar a los demás. ¡Gracias por haber respondido a mí llamada!” 25‐1‐96.

PRECES

En la Virgen María, Reina de la Paz, Dios Padre nos muestra su amor. Por su intercesión, elevemos nuestras súplicas por nuestras necesidades y las de todo el mundo.

. Por la Iglesia, extendida por todo el universo: para que acoja en sí misma, como la Virgen María, la Palabra de salvación y engendre la vida nueva a los que Dios ha llamado. Roguemos al Señor.

. Por la paz y la justicia en la comunidad humana: para que sean derribados los proyectos de los soberbios, enaltecidos los humildes y colmados de bienes los pobres. Roguemos al Señor.

. Por todos los creyentes en Cristo: para que María los sostenga, como en la Iglesia naciente, y 8

lleguen a formar un solo corazón. Roguemos al Señor.

. Por los consagrados al servicio del Reino de Dios: para que vivan su llamada con la misma generosidad con que María se ofreció a su Señor. Roguemos al Señor.

. Por nosotros: para que creamos sin reservas en el cumplimiento de la Palabra de Dios y progresemos en el camino de la fe. Roguemos al Señor.

Oración

Dios omnipotente que has hecho grandes cosas en Aquella que todas las generaciones llaman dichosa, renueva, por su intercesión, en nosotros, las maravillas de tu Espíritu para que podamos bendecir tu Nombre eternamente. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Recen cada día el santo Rosario. 

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