Los planes destructivos de Satanás

La familia debe consagrarse y, con su santidad, defenderse de Satanás y sus obras destructivas. El siembra la semilla del mal más peligrosa para la familia, el odio y la división. Ésta es una herida cancerosa, que mata la esencia fundamental de la armonía humana.

El 25 de octubre de 1988, la Virgen dijo: “Satanás es fuerte y por tanto, queridos hijos, por medio de la oración constante, apriétense fuertemente a mi corazón maternal”. María es la mujer de la Sagrada Escritura, que con su Hijo derrota a Satanás (Gn 3,15 y Ap 12, 1-6).

El 25 de octubre de 1988, la Virgen dijo: “Satanás es fuerte y por tanto, queridos hijos, por medio de la oración constante, apriétense fuertemente a mi corazón maternal”. María es la mujer de la Sagrada Escritura, que con su Hijo derrota a Satanás (Gn 3,15 y Ap 12, 1-6).

Un renombrado exorcista comentó una vez en una conversación, que María fue la primea exorcista. Con su Hijo, Ella vencerá a Satanás. Su Hijo no es sólo Jesús, sino toda su descendencia, cada uno de nosotros; y su familia no es sólo la de Nazaret, sino cada familia. Cerca de su Corazón maternal, el individuo y la familia son protegidos de las obras destructivas del maligno.

En el mensaje del 25 de enero de 1994, una vez más Ella reveló las obras de Satanás y sus intenciones: “En este tiempo Satanás quiere crear desorden en sus corazones y en sus familias. Hijitos, no cedan. No deben permitirle a él que los guíe ni a ustedes ni sus vidas”.

Es Satanás quien pretende eximirnos del poder del amor de Dios y gobernarnos a nosotros, a nuestras familias así como nuestros sentimientos y nuestras decisiones. Donde él está a cargo, no quedan sino ruinas. María, una vez más, se muestra como la que nos defiende ante Dios con su amor, con su intercesión. Mientras los individuos y las familias no acepten su ayuda y su protección, Satanás tendrá la puerta abierta para tentarlos de tal modo que, incluso en las cosas más pequeñas, desaparece la fe, la esperanza y el amor (mensaje del 25 marzo de 1995).

Reflexión del Padre Slavko Barbaric

fuente: rosaparalagospa

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