La mujer honesta y recatada es un tesoro que sabe lo que vale

  • Nuestra Señora de Fátima le dijo a Jacinta: “Más almas se van al infierno por pecados de la carne (es decir, pecados en contra del 6o. y 9o. mandamientos) que por cualquier otra razón. Se introducirán ciertas modas que ofenderán gravemente a Mi Hijo. Las personas que sirven a Dios no deberán seguir las modas. La Iglesia no tiene modas; Nuestro Señor es siempre el mismo”.
  • Tanto peca el lujurioso con la mirada como quien con su vestimenta lo provoca.

San Bernardino de Sena, de las mujeres que usan de las modas inmorales, dice: “Se hacen reas de todos los pecados que cometen otros por sus vanidades; pues roban al Señor las almas que desean salvarse”. El Padre Salmerón añade que “no pecan menos las mujeres con estas invenciones de modas, que los maridos que se las consienten, y los confesores que fácilmente las absuelven, no haciéndolas cargo del gran peligro en que están de condenarse”.

 
LOS PAPÁS TAMBIÉN TIENEN RESPONSABILIDAD
 
El insigne padre Cansino dice: “Hay algunas modas de vestidos que parece se han hecho más para vender los cuerpos que no para cubrirlos. No acabo de entender qué reservan para los ojos de un casto esposo, cuando han llevado por todos los mercados las partes recatadas de sus cuerpos tan descubiertas, que parece están prontas a darlas al que dé más”. Por eso dijo aquel insigne misionero, el padre Gavarri, que “un sin número de mujeres bajarán al infierno” por vestir inmoralmente, “y los confesores de las tales, sus maridos y padres que lo permiten”. O hasta lo fomentan, añadiríamos ahora.

La dignidad y honestidad deben manifestarse interna y externamente: en el espíritu, en la actitud, en las acciones, en las conversaciones, en la vestimenta y en la caridad para el alma de los demás.

Citas tomadas del “Catecismo Pastoral” de Pedro Salsas y Trillas.

(Fuente: catolicidad)

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