Shemà: himno a Dios, único y supremo bien.

Shemà

Lo que informamos a continuación es la oración “Shema”, de la liturgia judía, que se recita durante la oración de la mañana y de la tarde, dos veces al día, para comenzar y terminar cada día en el signo de Dios, que exalta a los que lo honran y destruye quien se encomienda al mundo y a su príncipe maléfico.

Es el mismo Dios quien habla, quien llama a su pueblo a reunirse, a escucharlo y a honrarlo; porque recuerdas, en cada momento del día, que él es el único Dios posible.

El Shema

“Escucha Israel, el Señor es tu Dios, el Señor es Uno. Bendito es el nombre de Su glorioso reino por y para siempre.

Y sucederá, si cumplís diligentemente los mandamientos que hoy os prescribo, amando al Eterno vuestro Dios para servirle con todo vuestro corazón y toda vuestra alma, que haré llegar la lluvia en tu tierra en su tiempo, la primera lluvia y la última, para que coseches tu trigo, tu mosto y tu aceite. También daré hierba en vuestros campos para vuestro ganado y de él comerás y te saciarás. Cuidad que vuestro corazón no os descarríe apartándoos para servir a otros dioses y postraros ante ellos, porque si ello ocurre, se encenderá la ira del Eterno contra vosotros e impedirá que el cielo os traiga la lluvia, que la tierra os dé su fruto y pereceréis presto en la buena tierra que os dio el Eterno. Por lo tanto, pondréis mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma y las ataréis por señal en vuestra mano y por frontales entre vuestros ojos. Las enseñaréis a vuestros hijos, hablando acerca de ellas cuando estéis sentados en vuestra casa, cuando andéis por el camino, cuando os acostéis y cuando os levantéis.

Y las escribirás sobre las jambas de las puertas de tu casa y en tus portales para que tus días se prolonguen y también los días de tus hijos, en la tierra que el Eterno juró dar a tus padres, como los días del cielo sobre la tierra. Y sucederá, si cumplís diligentemente los mandamientos que hoy os prescribo, amando al Eterno vuestro Dios para servirle con todo vuestro corazón y toda vuestra alma, que haré llegar la lluvia en tu tierra en su tiempo, la primera lluvia y la última, para que coseches tu trigo, tu mosto y tu aceite. También daré hierba en vuestros campos para vuestro ganado y de él comerás y te saciarás.

Cuidad que vuestro corazón no os descarríe apartándoos para servir a otros dioses y postraros ante ellos, porque si ello ocurre, se encenderá la ira del Eterno contra vosotros e impedirá que el cielo os traiga la lluvia, que la tierra os dé su fruto y pereceréis presto en la buena tierra que os dio el Eterno. Por lo tanto, pondréis mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma y las ataréis por señal en vuestra mano y por frontales entre vuestros ojos. Las enseñaréis a vuestros hijos, hablando acerca de ellas cuando estéis sentados en vuestra casa, cuando andéis por el camino, cuando os acostéis y cuando os levantéis.

Y las escribirás sobre las jambas de las puertas de tu casa y en tus portales para que tus días se prolonguen y también los días de tus hijos, en la tierra que el Eterno juró dar a tus padres, como los días del cielo sobre la tierra. Y le dijo el Eterno a Moisés: “Dile a los hijos de Israel que se hagan flecos en los bordes de sus mantos, por todas sus generaciones y que se pongan sobre los flecos del extremo un cordón celeste. Y los flecos os servirán para recordar, al verlos, todos los mandamientos del Eterno para cumplirlos y no desviaros de ellos siguiendo a vuestro corazón y a vuestros ojos, los caminos usuales de vuestras idolatrías. Os acordaréis así de cumplir Mis mandatos para ser santos ante vuestro Dios. Yo, el Eterno, vuestro Dios que os libró de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo, el Eterno, vuestro Dios”.

Traducido del sitio en italiano de la Luz de Maria.

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