NOVENA A LA GLORIOSA SEÑORA SANTA ANA Madre de la Virgen- Septimo Día –

Por la Señal…
Adoración y acto de contrición.

SÉPTIMO GOZO: VER POR PRIMERA VEZ A SU NIETO, NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Considera, alma mía, cuán incomparable sería el gozo de Santa Ana cuando por primera vez vio a su nieto benditísimo, fuese aún en vida (como lo sientan graves autores), fuere después de su muerte cuando Nuestro Señor bajó al seno de Abraham. Dice Aristóteles que entre abuelos y nietos acostumbra naturalmente ser más excesivo el amor. Yo no puedo decir que Nuestro Señor amara más a Santa Ana que a su Madre, o que Cristo haya sido más amado por su abuela, Santa Ana, que de su Madre Santísima. Pero de cualquier manera, bien se ve el grandísimo amor de Santa Ana hacia Jesús. ¡Llamar “nieto” al mismo Dios, y oír de su boca el amoroso nombre de “abuela”! ¡Oh ternura, oh consolación! Suponiendo que Santa Ana haya visto a su nieto luego de la Cruz, cómo parecería ya un Cielo abierto, aquella subterránea cárcel del Limbo de Abrahán con la visita del alma del Redentor. Cuando en el día de la Resurrección, con la confianza de abuela, ella tocase las llagas de sus pies y de sus manos, y bebiese en la dulzura de su costado, ¡cómo daría entonces por bien empleado el tiempo del oprobio de su esterilidad, y la aflicción de su esperanza dilatada! Era Cristo el ardiente deseo, o el deseado incesante, no sólo de los collados eternos, sino de todas las gentes, y por eso fue necesario que Él, ¡hasta de su abuela, Santa Ana!, fuese deseado como una prolongada esperanza. Más por fin, llegó el día, y la esperanza se convirtió en realidad, la pena en júbilo y la aflicción en gozo: El nacimiento del Redentor. Mil parabienes os doy, matrona santa, por vuestra buena fortuna. Y ya que estáis tan favorecida, como próxima a vuestro Nieto santísimo, acordaos de los que a vos recurren, y emplead vuestro poder en amparar a vuestros devotos.

SÉPTIMA VIRTUD: PACIENCIA INVICTA
Pondera, alma mía, la invicta paciencia de Santa Ana, no sólo en los trabajos ordinarios, que es fuerza acompañen a una madre de familia, sino muy particularmente en las angustias de su esterilidad. La esterilidad era en aquel pueblo el mayor oprobio, porque como se esperaba que de aquella nación nacería el Hijo de Dios, si alguna casada era infecunda, se la tenía por reprobada por Dios, pues ella era entonces excluida de las que podían dar a luz al Mesías. Por eso, el mismo Sumo Sacerdote, después de advertir la infecundidad de nuestros santos casados, no quiso admitir sus ofrendas, por ser provenientes de personas a quienes parecía que Dios reprobaba. Mirad los juicios de los hombres cómo son falsos y falaces. Los hombres desprecian a Ana como reprobada de Dios, y ella es la escogida por el mismo Dios. Ahora padeced, matrona santa, que ya vendrá el día en que los hombres que ahora os desprecian, esos mismos admirarán vuestra ventura, y conocerán que por vuestra paciencia habéis merecido gloria tan excesiva. Ayudadme, santa mía, a padecer con conformidad, y a sujetar mi juicio y mi voluntad a las disposiciones divinas, que por caminos que parecen muy diversos, nos llevan derecho a los fines que intentan.

Rezar un Credo, Padre Nuestro y Ave María. Luego decir 3 veces: “Santa Ana, socorred a los miserables”.

ORACIÓN PARA PEDIR LA GRACIA QUE SE DESEA OBTENERGloriosísima Señora Santa Ana, madre de la Madre de Dios, poderosa intercesora nuestra y refugio seguro de los que a vos recurren. Yo me gozo en tu honor. Estimo que sea tanta vuestra excelencia, tan sublime vuestra dignidad, y vuestro poder tan admirable, que no puedan dejar de ser también entrañas de piedad y misericordia las vuestras, pues engendraron a la Madre de Misericordia. Por eso recurro a Vos, confiado, pidiéndoos de todo corazón me recibáis bajo vuestro amparo. Alcanzadme Fe viva, Esperanza firme y Caridad perfecta, pureza de alma y de cuerpo, devoción cordial a vuestra santísima hija: la Virgen María Señora Nuestra, deseo eficaz de servir a Dios, dolor muy verdadero de haberle ofendido y propósito de enmienda. Haced que este propósito me acompañe hasta la hora de mi muerte, y en ella alcanzadme victoria contra las tentaciones del demonio y la gracia de la perseverancia final. También os pido que empeñéis vuestra especial intercesión para que consigáis la merced que de vos pretendo en esta novena. [Pedir aquí la gracia que se desea]  Mostrad, Santa gloriosa, la eficacia de vuestro patrocinio en procurar el buen despacho de mis peticiones. No atendáis a lo poco que yo merezco, sino a lo mucho que vos podéis. Favorecedme con aquella misma instancia con que pedíais al Señor el remedio de vuestra esterilidad. Por aquel gozo con que entendisteis ser vuestra oración oída, oíd ahora mis oraciones. Por aquella confianza y autoridad de madre de la que lo había de ser del mismo Dios, interceded ante vuestra hija santísima. ¿Qué le podéis vos pedir que no tenga buen despacho de parte de Ella? ¿Y qué memorial vuestro puede Ella presentar a su Hijo, vuestro Nieto Santísimo, a que Él no quiera convenir? ¡Qué falta, pues, gloriosa Santa Ana, sino que vos queráis interceder!, pues ¿para qué os hizo Dios tan poderosa sino para remedio de los atribulados que acuden a vuestro amparo? Valedme pues, Santa poderosísima, que en vos confío. Valedme para crédito de vuestro poder, para honra de vuestra Hija y de Nuestro Señor Jesucristo, vuestro Nieto. Valedme para que vuestro nombre sea cada más conocido y acudan a vos todos aquellos que tanto necesitan de vuestro amparo. Bien sé que no merezco vuestro valimiento, pero será ilustre misericordia vuestra atender a mis súplicas sin haber en mí merecimiento. Y espero, que luego de ayudado por vuestra intercesión, os sepa vivir agradecido. Amén.

GOZOS PARA HONOR DE SANTA ANA   Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía
.
   La Suprema Trinidad,La llena de bendiciones.Benditas las oraciones,Que alaban la gran bondad.Su amor encanta, enamora,Al que en su piedad confía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.   Ana, “Gracia” significa,Según enseña la Glosa;Su alma feliz y dichosaCon gracias Dios magnifica:Su Hija le es honradora,Tesoro, y Tesorería.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.  A María diste el ser,Y los naturales dones;Y buenas inclinacionesDe piadosa en proteger:De amorosa Defensora,Con ternura y melodía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.    En las Entrañas cerradaLlevaste a María rosa;Os dio Santidad hermosa,Como olor, flor ocultada:La diste leche, Señora,Tres años de noche y día.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.  Vuestra hija muy amada,En el templo presentaste.Con ella a Dios aplacaste,Y su justicia enojada.Tú serás mi bienhechora,Mi dulce bien y mi guía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.  Con sólo este don precioso,Ofrecisteis más a Dios,Su padre Joaquín y vos,Que todo justo glorioso.Más que todos atesora,Gracia y santidad María.Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía.
  Es Nieto Jesús querido,Es Joaquín amado Esposo,San José Yerno dichoso,Yo vuestro favorecido:Os alaba, y os veneraMi gratitud, Madre mía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.    A una leve insinuación,De su Madre Limosnera,María su TesoreraLo hace con admiración:Ahora que en el Cielo mora,¿Lo que pide negaría?Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.     Cuanto Santa Ana deseaA favor de sus amantes,Su Nieto Jesús cuanto antesDecreta luego: “Así sea”:Sednos vos la intercesora,Sed nuestra eterna alegría.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía. Santa Ana, por vuestro amor,Conseguidnos en la muerte,Gracia, paz y buena suerte,Por María, vos y el Señor.Pues sois la consoladora,En la última agonía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.  Tenedme siempre en memoria,En la celestial morada.Mi alma está enamorada,De vos que estáis en la gloria.Mi amor que suspira y llora,Quiere haceros compañía.Ahora y en la última hora,Sed, Ana, abogada mía.    
Dulce madre de María,
Amorosa protectora:
Ahora y en la última hora,
Sed, Ana, abogada mía
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℣. Ruega por nosotros, bienaventurada Santa Ana.
℞. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.        ORACIÓNOmnipotente y misericordioso Dios, que proporcionando siempre a los hombres los medios de salvación y de consuelo, llenasteis de tanta gracia, dulzura y suavidad los nombres de Jesús, María y José, Joaquín y Ana, a favor de los que, por reverencia a tan soberanos nombres, los pidiesen el remedio de sus necesidades y consuelo en sus aflicciones: Os suplicamos rendidos que a todos los que con Fe, amor y devoción, invocaren tan augustos nombres, les concedáis en esta vida los dulces consuelos de tu divina gracia, y en la otra reciban el Cielo como premio. Por Cristo Señor Nuestro. Amén. 
  En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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