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He aquí los Síntomas que hacen percibir posibles Presencias Maléficas…

El más gran problema que de siglo en siglo ha turbado los sueños de quien quiere ocuparse de estas realidades es en todo caso aquel de entender cómo y cuando se puede alcanzar la certeza que realmente hay realidades espiritistas o no se liberan en lugar de auténticas enfermedades. Es esta dificultad de fondo que induce muchos a dudar existencia de esta realidad, injustamente descargando todo sobre las enfermedades mentales o nerviosas.
Teniendo con mi experiencia de más de veinte años seguidos directamente, y a veces por largo tiempo, millares de casos, han podido recoger recurrentes y constantes indicaciones para poder ofrecerles a las personas dolientes algunos apuntas que creo válidos y seguros por el diagnóstico de las presencias maléficas.
Mis investigaciones no se son basadas en intuiciones particulares, de que estoy absolutamente dotado, y tampoco sobre particular sensibilidad que permita, palpando el cuerpo del paciente, de descubrir la presencia de los negativítà. Empleo en lugar de las pruebas de búsqueda que son accesibles a todo y que cada uno que lo quiera puede hacerle cómodamente sobre él mismo.
El haces de ti es hoy muy rebuscado. Los tres capítulos que siguen soy una tentativa, espero útil y positivo, de transportarlo en el tétrico y misterioso mundo de lo oculto, dónde parecen, raros e inasequibles, expertos seguros por el difícil enigma.
De mi LIBRO, Indicaciones pastorales de un exorcista, retoman un Capítulo, Parte IV Capítulo7, que juzgo no solista importante, sino también innovativo: LOS SÍNTOMAS DE LAS PRESENCIAS MALÉFICAS; dónde son reconducidos síntomas de tales presencias.
De ellos los primeros tres es fundamental, en el sentido que si no hay todo y tres, no hay maleficio; al revés si hay todo y tres se puede tener la certeza que el maleficio hay.
En los tres capítulos que seguirán reconduciré por entero las tres señales fundamentales de que estoy hablando, posponiendo luego al LIBRO mismo para tener el conocimiento y la explicación de los otros diez señales que aquí no son reproducidos.
Primer síntoma: el ataque nocturno contra el sueño.
La cabeza es golpeada continuamente de día y por la noche. Pero el ataque fundamental y más decisivo, por la destrucción de la mente (psique) y de reflejo luego de todo el cuerpo, viene inferto en la noche, porque durante la pasividad del sueño las fuerzas del mal pueden actuar más cómodamente.
Instrumentos ordinarios de tales molestias son los objetos registrados que son introducidos en las almohadas, de modo que el contacto directo con la cabeza devuelva más fuerte y eficacias su radiación maléfica.
Los síntomas en las molestias del sueño son: dificultad a dormirse, despertarse pronto y ya no tomes sueño, tener pesadillas, soñar con es decir cosas feas y congojosas que se expresan con fuerza en la mente engendrando susto como sensaciones de caer de lo alto, conducir una máquina que no se logra controlar, vivir una situación asustadiza de la que no hay salida. Es tal la fuerza de estas pesadillas que a menudo despiertan al paciente dejándolo en un estado de miedo y trastorno.
Estos síntomas pueden ser todo o sólo en parte, según la constitución de los varios organismos.
Aquellos que cuenta, para entender si son hechos naturales o no, es fijarse en las consecuencias que se hallan cuando la noche acaba: cuando es hora de levantarse para afrontar los empeños del día, se siente más cansados y agotados de cuando se ha acostado. No sólo el sueño no ha sido relajante, pero ha creado un sentido de agotamiento general sobre todo el cuerpo, por cuyo no se nos querría levantar. Levantándose, se pone difícil afrontar y llevar antes de los normales empeños que primera se hicieron con cierta satisfacción, ya que ahora se convierten en una incesante tortura.
¿Por qué este tesón en la noche?
En la cabeza hay la centralita de todos los mandos que regulan y ordenan el movimiento de todas las partes del cuerpo. La función de este centro de mando y control es asegurada por el repuesto que ocurre durante el período del sueño: cuando se pierde en cantidad notable el sueño, no se tiene la potencia más para normalmente actuar. Por tanto el ataque sistemático al sueño es el principio de destrucción de la vida y gradualmente elimina en el sujeto golpeado la posibilidad de cada resistencia a la acción demolitrice de los espíritus del mal. El ataque al órgano central de nuestra vida psíquica y vegetativa abre la lleva al poder de arrastrar a una persona donde se quiere.
Efectos de las molestias del sueño. Cuando todas las noches, sin interrupción se padece una tal violencia, no es solamente el físico a padecer de ello las consecuencias, pero también y sobre todo la resistencia psíquica a derrumbarse, con una cadena de consecuencias que no es fácil catalogar. Pruebo sin embargo a hambre una lista:
pérdida de la personalidad y la libertad por el propio comportamiento.
Después de la devastación de la recuperación que un buen sueño debería ofrecer, se debilita la capacidad de control y autonomía, así que los influjos espiritistas hacen de dueños.
Así se explica, por ejemplo, la completa inversión de tendencia del bueno marido que se siente extrañamente atraído por la mujer extraña que recurre a estos medios. Un marido óptimo, sereno y cariñoso, pegado a los hijos, muy atado a la mujer, de golpe no se reconoce más. No quiere más, ya no ve a los hijos, sufre de estar en casa, se cierra en si mismo, parece aturdido, ya no duerme sus sueños tranquilos, traiciona un interior contraste. Es como si una fuerza invisible, de que él mismo no entiende la procedencia, lo llevara a hacer lo que no querría.
Hace falta precisar que, en estos casos, una pérdida de las capacidades de querer no es como total en la obsesión diabólica, pero es tan fuerte que, si no hay un carácter consolidado unido a una defensa religiosa, no se ha capaces de resistir.
Mucha comprensión y mucha delicadeza hacia quien atraviesa estos traumas es indispensable para evitar lo menos;
la mente es revuelta
Una continua sugestión mental la tiene continuamente en obra de día y en las horas de insomnio de la noche.
Pensamientos falsos, interpretaciones alteradas, resentimientos, imaginaciones fuera de cada realidad rnartellano la cabeza por días, por meses, y al final logran imponer falsas certezas que al momento oportuno estallan y se ponen detonantes, con expresiones y comportamientos incomprensibles a quien acoge ellos. Es un verdadero martirio que, cuando llega a la cumbre, azuza actitudes violentas, rabiosos, asociales sobre todo con los parientes y abre desaforadamente la calle a hospitalizaciones en departamentos de psiquiatría o a prescripciones de fuertes dosis de psicofármacos, que no solucionan nada en estos casos, más bien atenúan la capacidad de reaccionar a las fuerzas del mal;
esta agitación mental crea la desconcentración, es decir la incapacidad de parar la mente para concentrarse en las cosas que hacer. Quien trabaja en el despacho no es eficiente y comete peligrosos errores. El chico que va al colegio no logra aplicarse, la mente huye continuamente de las páginas del libro y aquel poco que se ha leído es padecido borrado por la fuerza de los pensamientos inútiles que tienen carrete. Generalmente en estos casos los padres dicen inconscientemente que no tiene ganas de estudiar, pero en fin ayudados a profundizar, reconocen que el chico no logra aplicarse:
el cansacio mental engendra un sentido de desaliento que invierte a la persona: la hace habitualmente triste, la lleva a encerrarse cada vez más en si mismo, le crea la sensación que todo esté derrumbándose, que no podrá ir más adelante ya. En los momentos más agudos, todo se pone más negro que el negro y la catástrofe total ya parece inevitable. A veces este estado se vuelve el pasillo del suicidio
la mente tan agitada puerta indirectamente a otro fenómeno: la búsqueda de la cama, también cerrándose en habitación en las horas del día. Hoy el caso de jóvenes y chicos que gradualmente encogen su vida a esta forma sólo vegetativa, rehuyendo de cada empeño y del frecuentar la vida social, es cada vez más frecuente, a medida que se extiende principalmente el recurso a las formas de lo oculto. en estos casos la cama siempre atrae, Porque en la cama o en la almohada hay algo de facturación que vuelve a llamar a la persona, para normalmente poder también seguir emanando sobre de ella su acción maléfica en las horas en que no debería estar a cama. Quien está sometido a estas cosas debe tener presiente la regla que nos tiene que estar el en la cama y en la habitación menos posible. Tiene que buscar en lugar de despachar de la casa, salir a lo abierto, cambiar entorno, crear relaciones sociales y de encuentro.