Sería una falta de sentido de la realidad pensar que la reingeniería moral anticatólica utiliza sólo la fuerza en occidente para imponer leyes que imponen el aborto, la anticoncepción, la ideología de género, la eutanasia y toda serie de males que están alejando a la humanidad del camino de la preservación de la naturaleza.
Si bien la coacción desde el poder existe, la mentalidad de los occidentales ha cambiado, a nivel de los valores de cada persona, y aceptan con gusto conductas que antes se consideraban desviadas, que atentan francamente contra la vida en el planeta.
Y no podemos más que pensar en la mano satánica oculta detrás de esto, pero quizás de una forma distinta a la que hemos considerado históricamente.
Hay consenso entre la mayoría de los católicos – que aún creen en satanás -, que las grandes líneas de su estrategia están claras. Poco a poco, el nuevo estándar de lo bueno se convierte en la tecnología: lo que se puede hacer se debe hacer, con la esperanza de que en algún momento en el futuro, gracias a la tecnología médica se pueda solucionar todo, por ejemplo podremos a vivir para siempre.
Una vez que aceptamos que la vida está hecha para el placer en vez de para servir a Dios y al prójimo, en preparación para la verdadera vida en el cielo, la medida de una vida de éxito se convierte en la ausencia de dolor y la experiencia del placer.
Estamos acostumbrados a pensar que las posesiones diabólicas son un fenómeno raro y que una vez que un individuo es poseído es muy evidente, con numerosos signos sobrenaturales. Sin embargo tal vez puedan ser más comunes de lo que pensamos, porque quizás sean menos evidentes y hasta temporales.
Y es más, quizás hasta hemos visto, como es mi caso, personas que arremeten de vez en cuando y por períodos, contra las personas que saben que son fieles cristianos, con brutales agresiones sin motivo directo aparente que escapan a todo intento de catalogar sus reacciones como normales y llevan a pensar que la persona tiene algún grado de locura. Pero que luego, en el resto de su vida diaria, se conducen normalmente, sin que nadie que haya visto a la persona en esos trances de ataques furiosos tenga elementos para alegar insanía mental, y mucho menos una posesión.
Esto que está sucediendo cierra con la lógica del maligno, que es el rey de la mentira y del camuflaje.
fuente: forosdelavirgen
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