«Me nace de lo más hondo del alma esta breve oración, sincera, para pedir al buen Jesús que me perdone porque no he sabido ser el mejor de sus amigos.
“Me ha mostrado que Él está allí, en los sagrarios, VIVO. No es un teorema, ni una hipótesis, ni algo irreal. En verdad está VIVO en cada sagrario del mundo entero.”
Pensaba en los maravillosos testimonios que ustedes me envían sobre sus visitas a Jesús en el sagrario. Hacía limpieza en mi habitación y de casualidad hallé unas cartas del 2001. Me detuve un rato leyéndolas y en una encontré esta pequeña joya de mi amigo argentino Horacio Mantilla. Es una historia maravillosa. Se las comparto:
“Aquella tarde salí de casa y aproveché que tenía tiempo y me fui hasta la parroquia. Necesitaba un lugar para reflexionar y estar tranquilo, y en casa no iba a poder. Llegué a San Agustín y me fui directo al Sagrario y ¡Oh sorpresa! No me acordaba que todos los días jueves hay una hora santa de adoración Eucarística para pedir por las vocaciones religiosas y sacerdotales. Allí estaba Jesús, en un pequeño Santísimo que guardamos en el Sagrario.
Me quedé un rato y le puse mis problemas en sus manos. En ese momento di gracias a Dios por todas sus bendiciones.
Jesús me esperaba con sus brazos abiertos y calmó mi angustia, borró mis inquietudes. Me dio paz y serenidad en el alma. Jesús me esperaba… ¿te das cuenta?… Jesús me esperaba.” »
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