Oh Señor y Dios santo, que estás más allá de nuestro entendimiento: En tu palabra, la luz salió de las tinieblas. En tu misericordia, nos has dado descanso durante el sueño nocturno, y nos has levantado para glorificar tu bondad y para ofrecerte nuestra súplica.
Ahora, en tu tierno amor, acepta que te adoremos y te demos gracias de todo corazón. Concédenos todas nuestras peticiones si ellas conducen a la salvación. Danos la gracia de manifestar que somos hijos de luz y del día, y herederos de tu eterna recompensa.
En la abundancia de tus misericordias, oh Señor, recuerda a todo tu pueblo, todos los presentes que rezan con nosotros, todos nuestros hermanos en la tierra, en el mar o en el aire, en todo lugar de tu dominio, que invocan tu amor por la humanidad.
Sobre todos, derrama tu gran misericordia, para que nosotros, salvos en cuerpo y en alma, podamos perseverar infaliblemente, y que, en nuestra confianza, podamos ensalzar tu exaltado y bendito nombre: Padre, Hijo y Espíritu Santo, siempre, ahora y para siempre.
En el Nombre de Jesús.
Amén
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