En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la orilla del lago, en la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, desde el cementerio, donde vivía en los sepulcros, un hombre, poseído de espíritu inmundo; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para domarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras.
Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó a voz en cuello: «¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Por Dios te lo pido, no me atormentes.»
Porque Jesús le estaba diciendo: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»
Palabra del Señor
Madre Teresa de Calcuta nos recuerda que la oración no es un mero ritual, sino… Read More
Seguir a Cristo hasta el final es el gran desafío del discípulo: renunciar a sí… Read More
El evangelista Mateo, con el Evangelio del día 7 de agosto, nos ofrece una de… Read More
El Evangelio del día 6 de agosto nos presenta uno de los momentos más intensos… Read More
Con el Evangelio del día 5 de agosto, Jesús se revela como una presencia viva… Read More
Con el Evangelio del día 4 de agosto nos encontramos ante uno de los episodios… Read More