La semana pasada, tres jóvenes libaneses que confiesan la fe musulmana sunní entraron en una iglesia del norte del Líbano y ultrajaron una estatua de la Virgen expuesta en ese templo.
Los tres fueron arrestados con la acusación de “ofender los sentimientos religiosos”, un tema muy sensible en el Líbano, país en el que la convivencia religiosa entre musulmanes y cristianos vive desde siempre en un delicado equilibrio.
Por ello, la juez de la Corte del Norte Libano que ha llevado el caso, Josline Matta Khoury (que es cristiana), decidió imponer como sentencia a los ofensores que memorizaran una parte de la Sura de Al-‘Imrân (La familia de Imran), una Sura del Sagrado Corán que habla de la Virgen María y de su familia.
De hecho, la juez decidió que esta fuera la sentencia, en lugar de proceder a ingresarlos en prisión, que era la pena que les hubiera correspondido. Y cuando se ha certificado que los jóvenes habían memorizado la parte indicada, procedió a dejarles en libertad.
Y mientras algunos esperaban una reacción negativa a esta decisión de la juez cristiana, sucedió exactamente al contrario. De hecho, muchos libaneses, empezando por el Primer Ministro del país, que es musulmán sunní, Saad el Hariri, acogieron la decisión con mucho respeto y la consideraron como signo de cultura, de paz y de convivencia.
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