La historia cuenta que siempre San Francisco de Asís, o alguno de sus seguidores, cuando pasaba junto a una Iglesia, se detenía, besaba el suelo y rezaban la siguiente oración:
Te adoramos, Santísimo, Señor Jesucristo, aquí y en todas las iglesias que hay en todo el mundo y te bendecimos, pues por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Este gesto era un simple reconocimiento de la Presencia Real de Jesús en el tabernáculo de la Iglesia. Desde entonces, muchos otros han imitado este gesto cada vez que pasaban cerca de una iglesia, a veces con un simple gesto de inclinación de la cabeza, con la señal de la cruz o con algún otro acto de reverencia.
A continuación, algunas oraciones del tesoro de la Iglesia que se pueden rezar cuando vemos una Iglesia católica y queramos alabar a Dios por el gran misterio de Su presencia eucarística.
• ¡Oh Pan celestial, gran Sacramento, os adoro y os alabo en todo momento!
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