R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al verme se burlan de mí,
hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre si tanto lo quiere.» R.
Me acorrala una jauría de mastines,
me cerca una banda de malhechores:
me taladran las manos y los pies,
puedo contar mis huesos. R.
Se reparten mi ropa,
Contaré tu fama a mis hermanos,
en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo,
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