Sal 83,3.4.5-6a.8a.11
R/. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!
Mi alma se consume y anhela
los atrios del Señor, mi corazón
y mi carne retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
Dichosos los que viven en tu casa,
Vale más un día en tus atrios
que mil en mi casa, y prefiero
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