Señor Jesús:
Cuando recojo entre mis manos
la imagen de un Cristo crucificado roto,
abandonado en un basurero
miro y contemplo este drama tuyo
que se repite día tras día en nuestra historia:
Escena de dolor y de deshonra
en que se ha cumplido algo más profundo.
Parece que precisamente allí donde se tocan
los brazos de tu Cruz están las grandes abscisas,
las grandes paralelas,
Hay una ley de justicia
que desde las profundidades de Dios se precipita sobre Ti,
Cristo víctima, Cristo roto, Cristo deshecho
hay una condena que desde los abismos del mal te obliga a morir.
Las dos leyes se cruzan
y en vez de neutralizarse entre sí
conspiran en precipitarse sobre Ti, Cristo de los brazos rotos
y en hacer de Ti un cordero inmolado por los pecados del mundo.
Y Tú, Cristo crucificado, tienes los brazos abiertos,
aunque rotos.
Siempre abiertos,
aunque rotos.
Pero rotos porque en la cruz
se encuentran no sólo la injusticia y el pecado,
sino también el amor.
Por nosotros y por nuestra salvación bajaste sobre esta tierra;
Tus brazos abiertos por amor por cada uno de nosotros
y nosotros los vejamos y los maltratamos,
nos burlamos de Ti y te crucificamos;
por eso estás así, mi Cristo roto y abandonado en un basurero.
Quiero dejarte así:
Con los brazos rotos
para que cuando te contemplen mis ojos
contemplen a tantos hermanos que están como Tú,
rotos, aplastados, oprimidos, mutilados…
Amén
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