“¡Os necesito! ¡Os estoy llamando! ¡Necesito vuestra ayuda! Reconciliaos con vosotros mismos, con Dios, con vuestro prójimo. De ese modo me ayudaréis. Sed instrumentos de conversión para los que no creen. ¡Enjugad las lágrimas de mi rostro!”
¿Qué tiene que decirnos hoy la Reina de la Paz?
“¡Os necesito! ¡Os estoy llamando! ¡Necesito vuestra ayuda! Reconciliaos con vosotros mismos, con Dios, con vuestro prójimo. De ese modo me ayudaréis. Sed instrumentos de conversión para los que no creen. ¡Enjugad las lágrimas de mi rostro!”
Agradecemos a la Virgen y seguimos sus palabras con devoción al Espíritu Santo y orando la Salve.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lagrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y despues de este destierro, muestranos a Jesus,
Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes
in hac lacrimarum valle.
Eia ergo, advocata nostra, illos tuos
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