Señor mío en medio de la prueba y la tribulación cuando todo parece estar en tinieblas, haz que no deje de rogarte, de ponerme en tu presencia.
Que con los días que pasan más quiera alabarte en medio del sufrimiento.
Mantén firme mi fé.
No te alejes de mi lado y no permitas que me aleje del tuyo.
Acógeme en tus brazos, y cárgame en tus brazos divinos.
Hago mías tus promesas y creo en tu palabra.
Me aferro a tí en este día, en medio de la tormenta abrazo tu Cruz.
Cuídame y hazme fuerte acercándome a tu luz.
Que no me fije en la tormenta, que me haga sordo a la tempestad, me vuelva ciego para la adversidad, y que en mi corazón solamente estés tú con tus promesas, tu amor y tu fuerza.
Que siempre recuerde de donde vengo y que hacia ti yo voy.
Amén
Cuando nos veamos muy atribulados y no sepamos que hacernos, debemos volvernos a Dios, que es el único que puede consolarnos. Debemos recurrir a Él y suplicarle, sin dejar de hacerlo hasta que nos oiga.
Conviene fijar los ojos en Dios y no apartarlos de Él, y seguir suplicándole hasta que tenga compasión de nosotros. Conviene que tengamos gran confianza en el corazón de Jesucristo, que está lleno de misericordia, y no hacer lo que hacen algunos que se abaten si no los oyen al punto que han comenzado a suplicar.
Las almas que tienen poca fe, en vez de recurrir a Dios en el tiempo de tribulación, recurren a los medios humanos, desdeñándose de acudir al Señor, y no pueden ver socorridas sus necesidades. Si el Señor no es el que edifica la casa, en vano se fatigan los arquitectos.
No duerme el Señor, cuando nosotros recurrimos a su bondad, y le pedimos algunas gracias útiles a nuestras almas, porque entonces nos oye cuidadoso de nuestro bien. Y San Bernardo dice, que cuando le pedimos gracias temporales, o nos dará lo que pedimos, u otra cosa mejor.
O nos concederá la gracia perdida, siempre que nos sea provechosa para el alma, o alguna otra más útil, por ejemplo, la de acomodarnos con resignación a su santísima voluntad, y a sufrir con paciencia aquella tribulación, que nos aumenta los méritos para conseguir la vida eterna.
Fuente: santavirgenmaria.com
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