“¡Queridos hijos! Mi llamado para ustedes es la oración. Que la oración sea para ustedes alegría y una corona que los une a Dios. Hijitos, vendrán las pruebas y ustedes no serán fuertes y el pecado reinará, pero si son míos vencerán, porque su refugio será el Corazón de mi Hijo Jesús. Por eso, hijitos, regresen a la oración hasta que la oración se convierta en vida para ustedes, de día y de noche. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”
Por lo tanto, ha llegado el momento de tomar una decisión, de reclamar nuestra pertenencia a Cristo y a María, nuestra madre. Es hora de elegir qué lado tomar, con Dios o con el mundo: no hay compromisos. Quien no está conmigo está en mi contra, dice Jesús en el Evangelio. Hoy más que nunca, estas palabras suenan proféticas, pero si nos refugiamos en el corazón de Cristo a través de la oración constante, día y noche, como María nos invita, no tendremos nada que temer.
No acabemos hasta mañana lo que podemos hacer hoy. En otros mensajes, la Virgen ya había reiterado la urgencia de la conversión, como también se anunció en Lourdes y Fátima, y en muchas otras apariciones reconocidas por la Iglesia Católica. Los tiempos parecen particulares y la guerra espiritual es un acto que requiere un mayor compromiso y una ayuda aún más fuerte por parte de la Reina de la Paz.
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