gloria de los justos,
Hija humildísima del Padre,
Madre Purísima del Hijo,
esposa amadísima del Espíritu Santo!
Yo te amo y te ofrezco todo mi ser
para que lo bendigas;
María, llena de bondad y clemencia,
me acerco a ti y te invoco
en estas horas de amargura
para implorar tus favores.
Madre admirable,
Madre de la divina gracia,
verdadero consuelo del que llora,
abogada dulcísima de los pecadores,
presencia de Dios constante,
ten piedad de todos aquellos a quienes amo;
y por tu Inmaculado Corazón,
Sagrario y Templo de la Santísima Trinidad,
asiento de tu poder,
trono de sabiduría y océano de bondad,
alcánzanos que el Espíritu Santo
forme en nuestro corazón
un nido en que repose para siempre.
Alcánzame lo que tanto me hace falta,
lo que con todo el fervor de mi alma te pido,
por los merecimientos de Jesús y los tuyos,
si es para gloria de la Trinidad Santísima
y bien de mi alma.
Acudo a ti como poderosa intercesora
(hacer la petición con inmensa confianza)
y, aunque para mi es casi imposible de conseguir,
en tu mano esta el concedérmela,
y de este modo pueda yo ver resueltos
las dificultades, preocupaciones y dolor
que me provocan esta situación angustiosa.
¡Virgen Santa, noble reina de los ángeles,
Esposa del Espíritu Santo,
María, Santa Señora,
ruega por todos nosotros a tu Santísimo Hijo,
nuestro señor y Maestro. Amén.
Rezar la Salve, Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Repetir la oración durante tres días,
por la mañana y por la noche.
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