Una mujer reducida a no poder mover ni siquiera las manos y que deambulaba solo en la silla de ruedas convenció a su esposo de que la llevara a Medjugorje.
Se llamaba Jadranka y, cuando estaba en ese lugar sagrado, comenzó a orar junto con todos los demás fieles.
En ese momento, se recitaban los Misterios Gozosos del Santo Rosario.
Cuando contemplaron el segundo, es decir, la Visita de María a Santa Isabel, la mujer enferma comenzó a sentir un escalofrío que le recorría toda la espalda desde el cuello. Sintió la necesidad de librarse del collar, mientras que vio sus manos que retomaron vida y, llano llano, todo el resto del cuerpo.
En cierto punto sintió que podía levantarse, que podía levantarse de nuevo y así ocurrió.
Todo esto bajo los ojos de su marido, que la había cuidado amorosamente durante 15 años. La mujer estaba completamente curada y juntos continuaron orando, arrodillándose, alabando a Dios por lo que había hecho, a través de su madre y nuestra Madre, María.
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