Se cuenta que en el siglo XVII sucedió un milagro en el Monasterio de Monserrat debido a la fe de una niña afligida por la muerte de su padre: un día esta niña se presentó al abad Millán de Mirando y le preguntó de celebrar tres misas para acelerar la ascensión del padre en Paraíso. El sacerdote quedó golpeado por aquella espontánea manifestación de fe y concedió a la niña la realización de su deseo.
La primera misa se ofició el día siguiente. En esa ocasión, la niña vio a su padre arrodillado i envuelto en llamas de lado al sacerdote. El abad fue informado de esa visión y pidió a la niña que colocar un trozo de tejido en el lugar exacto donde el padre estaba envuelto en las llamas. Con gran sorpresa de todos los presentes, el tejido se incendió en un instante, convirtiéndose en cenizas. El Padre De Mirando explicó a la niña que su padre estaba en las llamas del Purgatorio. Incluso durante la segunda misa, la niña vio aparecer al padre, esta vez él estaba de pie con ropas coloridas, las llamas ya no lo envolvían, pero aún estaba en el Purgatorio.
Las dos celebraciones aceleraron el proceso de purificación, pero el verdadero milagro ocurrió durante la tercera misa: también en este caso la niña vio al padre, esta vez con un vestido blanco, y al final de la misa exclamó con alegría: “Mi padre se va y asciende al cielo”. El alma de su padre fue salva y ya no tenía que preocuparse por su sufrimiento
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