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El último milagro por intercesión de San Charbel

Uno de los últimos milagros, testimoniados y ocurrido por la intercesión de San Charbel, se refiere a una mujer, aún viva, que se llama Nohad El-Chami.

Como ella misma cuenta, el 9 de enero de 1993, sufrió una parálisis que le bloqueó la mano, la pierna derecha y la lengua.

Fue visitada inmediatamente por un médico especializado en enfermedades cardiovasculares y nerviosas y comenzó un intenso período de tratamiento. El diagnóstico fue terrible, dijo que la Señora. Nohad sufría de arteriosclerosis de los vasos sanguíneos del cuello, lo que había producido la oclusión de estos, 80% en el lado izquierdo y 70% en el lado derecho. La parálisis sería inexorablemente avanzada y no podría revertirse de ninguna manera.

Santa Charbel salva una madre de 12 hijos

La señora tenía y tiene 12 hijos, el primero de los cuales fue a Annaya y pensó en llevar a su madre el aceite de San Charbel y un poco de tierra de aquel lugar bendito, el lugar donde se conservan los restos del Santo. La señora. Nohad comenzó a frotar las partes enfermas con aceite, pero inicialmente solo sintió un ligero hormigueo.

Pasaron otros días, en los que se vio obligada a permanecer inmóvil, en la cama, mientras sus hijos la cuidaban, dándole algo de comer y beber con una pajita. ¡La situación era grave! Entonces, una noche, la señora tuvo un sueño.

Nohad El-Chami, el milagro: “operada” en un sueño

El 21 de enero de 1993 tuvo un sueño: “Dos monjes se acercaron a mi cama. Uno de ellos, San Charbel, se acercó aún más, destapó mi cuello, puso su mano sobre él, y dijo: ‘He venido a operarte’. Yo me giré para ver su rostro, pero no podía, porque la luz procedente de su cuerpo era demasiado cegadora y poderosa. Estaba tan confusa que le pregunté: ‘Padre, ¿por qué quiere operarme? los médicos me dijeron que no hacía falta”.

Pero San Charbel respondió: ‘Tu necesitas una operación, y yo he venido a hacértela’. Yo miré hacia la estatua de la Virgen, que tengo cerca mía, y le dije: ‘Santa María, ayúdame por favor; ¿cómo van a operarme estos monjes sin anestesia o suturas?’ Luego me di cuenta de que la estatuilla de la Virgen estaba de pie entre los monjes. De pronto, sentí un dolor terrible por debajo de los dedos de Charbel, que estaban friccionando mi cuello. Cuando San Charbel acabó la operación, el otro monje (que era san Marón) se acercó, me hizo sentar, colocó una almohada detrás de mi espalda. Me alcanzó un vaso de agua, puso su mano por detrás de mi cabeza y dijo: ‘Bebe el agua’. ‘No puedo beberla sin una cañita’, le dije.

Y Él contestó: ‘Te hemos operado, y ahora beberás el agua; después te levantarás y andarás. “Me desperté y me di cuenta que estando sentada en la misma posición en la que me había colocado san Marón. De pronto sentí una quemazón en mi cuello, y puse mi mano ahí, para confirmar lo que estaba ocurriendo. Luego me di cuenta de que mi mano paralizada había vuelto de nuevo a la normalidad; sentí que mi pie paralizado se movió normalmente. Salí de la cama en un estado semi-inconsciente, me dirigí al baño y me miré al espejo; vi dos heridas de doce centímetros cada una, a ambos lados de mi cuello. Fui a la habitación de mi marido y encendí la luz. Él me miró y gritó: ‘¡Mujer! ¿Cómo llegaste sola hasta aquí? ¡ahora perderás el equilibrio, te caerás y una nueva catástrofe seguirá a otra!’ Yo levanté mi mano paralizada y le dije: ‘No temas, San Charbel me operó, y ahora puedo caminar'”.

San Charbel: “Quiero que tú visites la ermita cada día 22

El día siguiente fue a agradecer San Charbel y la misma noche le apareció y dijo: “No dejes a la gente, yo te curé gracias a Dios para que la gente pueda verte y para dar testimonio. Muchas personas han dejado a la Iglesia, han dejado de rezar,y de respetar a los santos.Yo estoy siempre en la ermita, no dejo ese lugar. Quiero que tú visites la ermita cada día 22 de cada mes, y escuches la misa de ahora en adelante.”

La señora Nohad El-Chami lo ha estado haciendo desde aquel lejano 22 de enero de 1993, dando testimonio del prodigioso evento en el que fue protagonista, a todas las personas (muchas) que la visitan.

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