María Santísima vino particularmente contenta y feliz. Ha saludado a todos con su saludo habitual: “¡Sea alabado Jesús, queridos hijos míos!”.
Luego ha dicho: “Queridos hijos, también esta noche les traigo el Amor. Lleven el amor a los demás en estos tiempos inquietos. Lleven la esperanza, particularmente a aquellos que están sin esperanza. Lleven la paz a todos aquellos en quienes ha entrado la inquietud. Queridos hijos, este es un tiempo de gran tentación, pero, al mismo tiempo, es tiempo de grandes gracias; por lo tanto, queridos hijos, acojan este tiempo de pruebas para poder salir de él purificados en la fe. La Madre ora por cada uno de ustedes e intercede ante su Hijo por cada uno de ustedes. ¡Gracias queridos hijos porque también hoy han respondido a mi llamado!”.
“¡Vayan en paz, queridos hijos míos!”.
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