En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó, le salió al encuentro, de entre los sepulcros, un hombre poseído de espíritu inmundo. Y es que vivía entre los sepulcros; ni con cadenas podía ya nadie sujetarlo; muchas veces lo habían sujetado con cepos y cadenas, pero él rompía las cadenas y destrozaba los cepos, y nadie tenía fuerza para dominarlo. Se pasaba el día y la noche en los sepulcros y en los montes, gritando e hiriéndose con piedras. Viendo de lejos a Jesús, echó a correr, se postró ante él y gritó con voz potente:
«¿Qué tienes que ver conmigo, Jesús, Hijo de Dios altísimo?
Por Dios te lo pido, no me atormentes».
Porque Jesús le estaba diciendo:
«Espíritu inmundo, sal de este hombre».
Palabra del Señor
Santa Teresa de Lisieux: el camino hacia lo eternoEn un contexto marcado por la represión… Read More
Estamos en el monte de la oración y luego en medio de la multitud, donde… Read More
La Iglesia católica anuncia la canonización de Pier Giorgio Frassati y Carlo Acutis, proclamados Santos… Read More
La lectura del Evangelio del día del 8 de septiembre nos pone delante de la… Read More
Con el Evangelio del día del 7 de septiembre nos encontramos ante palabras de Jesús… Read More
Con el Evangelio del día del 6 de septiembre encontramos a Jesús que nos invita… Read More