En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, de los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.” Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y vuelvan a la vida, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les respondió: «Estáis equivocados, porque no entendéis la Escritura ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres ni las mujeres se casarán; serán como ángeles del cielo. Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”? No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.»
Palabra del Señor
El Evangelio del día del 21 de septiembre nos anima con una parábola inesperada. Un… Read More
En la Pacem in terris, Juan XXIII denuncia la ilusión de una paz fundada en… Read More
En el Jubileo de los Jóvenes 2025, León XIV recordó una de las frases más… Read More
León XIV se reunió con los obispos de nueva nominación en el Aula del Sínodo.… Read More
La vida encuentra su esplendor más auténtico en un contexto muy preciso. San Carlo Acutis… Read More
Entre las oraciones cristianas, el Padre Nuestro custodia un misterio de intimidad y confianza que… Read More