“¡Queridos hijos! Oren, testimonien y regocíjense conmigo, porque el Altísimo sigue enviándome para guiarlos por el camino de la santidad. Sean conscientes, hijitos, de que la vida es breve y que les espera la eternidad para glorificar a Dios con todo su ser y con todos los santos. Hijitos, no se preocupen por las cosas terrenales, sino anhelen el cielo: el cielo será su meta y la alegría reinará en su corazón. Estoy con ustedes y los bendigo a todos con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
“iQueridos hijos! He estado con ustedes durante todo este tiempo porque Dios es grande en su amor a través de mi presencia. Los invito, hijitos, a volver a Dios y a la oración. Dejen que el amor sea la medida de vuestras vidas, y recuerden, hijitos, que la oración y el ayuno hacen maravillas dentro y alrededor de ustedes. Hagan lo que hagan, que sea para la gloria de Dios, y entonces el Cielo llenará vuestros corazones de gozo y sentirán que Dios los ama y me envía para la salvación de ustedes y de la tierra en la cual viven. Gracias por haber respondido mi llamada”.
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