Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro.
Señor mío Jesucristo, que quisisteis tomar forma de siervo y nacer de una Virgen Purísima, muriendo en una cruz para librarme del pecado y del infierno, acordaos de vuestra infinita caridad, ten piedad de mi, pobre pecador, que, oprimido con el peso de mis culpas y confesando su malicia, me arrepiento de ellas, y me pesa de lo íntimo de mi corazón de haberlas cometido, por ser ofensas a vuestra bondad inmensa, a quien amo sobre todas las cosas.
Propongo firmemente, con el auxilio de vuestra gracia, nunca más pecar. Haced, Señor, por los méritos e intercesión de vuestro fiel siervo San Juan de la Cruz, que no me rinda a las asechanzas del común enemigo, antes bien me mantenga constante en el propósito que hago de no ofenderos más, y así consiga, con vuestra gracia, perseverar en vuestro amor hasta el último instante de mi vida, para continuar amándoos, bendiciéndoos y alabándoos por toda la eternidad en el Cielo. Amén.
Clementísimo Dios, que por vuestra inmensa piedad quisisteis que San Juan de la Cruz fuese desde niño inclinado a todo género de virtudes, y con su ejercicio alcanzase ser muy amado de Vos y de Nuestra Santísima Madre, comunicándole muchas gracias y singulares favores, os suplico humildemente, por su intercesión y merecimientos, que me concedáis pureza de alma y cuerpo con las demás virtudes que este glorioso Santo practicó toda su vida, a fin de que, imitándole en este ejercicio, merezca, como él, ser amparado de Vos y de vuestra Madre Santísima en esta vida por gracia, y después gozaros para siempre en su compañía en la gloria. Amén.
Bendito y glorioso Padre mío San Juan de la Cruz, que por vuestra insigne humildad merecisteis ser llamado el «Mínimo Grande», y por vuestra excelsa sabiduría el «Doctor Místico y Querúbico», os suplico, Padre amoroso, me alcancéis de Dios que sea yo humilde de corazón, para que, conociendo mi bajeza y defectos, me aparte de las vanidades y honras mundanas y sufra resignado los desprecios que me hicieren; y así, caminando con la luz de vuestra doctrina por la senda de la nada, llegue a poseerlo todo en Dios, mediante su divina gracia, y también la que os suplico en esta Novena, si me conviene. Amén.
Rezar tres Padrenuestros y Avemarías, en reverencia de los tres singulares favores que Jesucristo y su Santísima Madre le dispensaron, y después pedirá con fervor lo que desea alcanzar en esta novena.
Omnipotente Dios y Señor, que al bendito San Juan le concedisteis ser amante fervoroso de los trabajos, desprecios y cruz de vuestro Santísimo Hijo, y una abnegación perfecta de sus pasiones y apetitos; concédenos, Señor, por sus méritos y ruegos, que, imitando ahora sus virtudes, merezcamos en el Cielo ser compañeros de su gloria por los siglos de los siglos. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
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