¿Qué mejor que recurrir a san José, padre de la Santa Familia, cuando necesitamos un techo? Si fue el encargado por Dios de velar por María y su Hijo, ¿cómo no iba estar pendiente con igual cuidado de cada uno de los hijos de Dios?
Glorioso y buen san José,
tú que has conocido todo tipo de tribulaciones
para encontrar alojamiento para María y Jesús.
Recuerda tu preocupación hacia ellos,
tus diligencias y las puertas cerradas que encontraste
mientras acompañabas al Niño Jesús camino del censo
luego al exilio y, por fin, de vuelta al país.
En la precariedad,
siempre te encargaste de las condiciones materiales,
expresando así tu amor y preocupación,
tu presencia fiel y protección hacia María y Jesús.
Vela por mis diligencias para encontrar alojamiento,
que la búsqueda sea fácil y clara;
cuida en especial por mi relación con los propietarios
y las condiciones de arrendamiento.
Que esta nueva vivienda sea un entorno acogedor, tranquilo,
con buenos vecinos y buenas relaciones entre todos.
Que todos los que vengan a mi casa (nuestra casa),
sean recibidos por tu presencia.
Introduce en este lugar el amor de Jesús y de María.
Amén.
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