Jesus enseñó: “…debéis perdonaros los unos a los otros; pues el que no perdona… queda condenado ante el Señor, porque en él permanece el mayor pecado”.
Y subrayó “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”.
Dios de Poder, Dios de fuerza y esperanza, lléname el corazón con la pureza de tu verdad y que nada ocupe tu lugar.
Aquí estoy para recibir todas las bendiciones que necesito en este día que Tú me has regalado, para salir victorioso.
Cuento desde ya con todos tus consuelos que disipan toda duda de mi corazón y me hacen ser más confiado, valeroso, sin temor de rendirme ante nada.
¡Nada me turba, nada me espanta, siento tu presencia! Dame tus dones y capacítame para vencer y vivir siempre para Ti.
Dame un corazón decidido, sabio y fuerte que esté unido al tuyo y no quiera jamás separarse de tu amor.
“Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias a Dios en toda ocasión: esto es lo que Dios quiere de todos ustedes, en Cristo Jesús. No extingan la acción del Espíritu; no desprecien las profecías; examínenlo todo y quédense con lo bueno. Cuídense del mal en todas sus formas” ( 1 Tes. 5,16.22)
Amén.
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