Santa Bernadette, Santa de Lourdes, te imploramos que escuches nuestras oraciones…
Marie-Bernarde Soubirous, conocida como Bernadette, fue una religiosa y mística francesa. Murió el 16 de abril de 1879 en Nevers y fue proclamada santa por el Papa Pío XI en 1933. Es conocida por ser la vidente de las apariciones marianas de Lourdes.
Querida Santa Bernadette, elegida por Dios Todopoderoso como el canal de sus gracias y bendiciones, a través de tu humilde obediencia a las peticiones de Nuestra Madre María, has ganado para nosotros las aguas milagrosas de la curación espiritual y física.
Le rogamos que escuche nuestras oraciones suplicantes para que podamos ser sanados de nuestras imperfecciones espirituales y físicas.
Pon nuestras súplicas en las manos de nuestra Santa Madre María, para que pueda colocarlas a los pies de su amado Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, para que Él nos mire con misericordia y compasión:
(expone la gracia que pides)
Ayúdanos, querida Santa Bernadette, a seguir tu ejemplo, para que, independientemente de nuestro dolor y sufrimiento, podamos estar atentos a las necesidades de los demás, especialmente aquellos cuyos sufrimientos son mayores que los nuestros.
Mientras esperamos la misericordia de Dios, ofrecemos nuestro dolor y sufrimiento por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados y las blasfemias de los hombres.
Ruega por nosotros, Santa Bernadette, para que, como tú, siempre podamos ser obedientes a la voluntad de nuestro Padre Celestial, y a través de nuestras oraciones y nuestra humildad podamos traer consuelo al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, que han sido tan gravemente heridos por nuestros pecados
Santa Bernadette, ruega por nosotros
¡Oh bienaventurada Bernardita! Acuérdate que la Virgen te dijo en la Gruta: “Ruega por los pecadores”, para que se conviertan y hagan penitencia. Ruega por mí, pecador, para que Dios perdone mis pecados. Ruega por mí a María Inmaculada, pues confío en que te concederá cuanto la pidas, porque fuiste su confidente en la Gruta de Lourdes.
Así como Ella te prometió “hacerte feliz en el otro mundo”, te concederá que hagas felices a los que devotamente acudan a ti. A ti, pues, acudo humildemente, suplicándote no me dejes ni me abandones hasta verme contigo en el cielo. Amén.
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