Santísima Virgen María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive.
En estos momentos, como Juan Diego sintiéndonos pequeños y frágiles
ante la enfermedad y el dolor, te elevamos nuestra oración y nos consagramos a ti.
Gracias por visitar nuestro hogar. Te suplicamos que te quedes entre nosotros
acudimos a tu inmaculado Corazón e imploramos tu intercesión.
Alcánzanos de Tu Hijo la salud y la esperanza, la fortaleza y la serenidad,
que nuestros temores se transformen en alegría.
Santísima Virgen María, gran misionera de nuestros pueblos,
sé caricia maternal que conforte a los enfermos,
y para todos nosotros, Madre, sé presencia y ternura en cuyos brazos todos encontremos seguridad.
De tu mano, permanezcamos firmes e inconmovibles en Jesús,
tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Se reza un Ave maría
Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios,
no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades,
antes bien, líbranos de todos los peligros, ¡oh Virgen, gloriosa y bendita!
Amén
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