Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
“Yo me he considerado siempre muy rico porque la riqueza de una persona no consiste en la multitud de miles de pesos que posee, sino en la falta de necesidades…” (Carta a Nicolás Castellano).
Reflexión:
El Cura Brochero fue materialmente pobre y vivió entre los pobres. Pero se consideraba rico. Rico porque jamás quiso nada para sí sino para los demás. Rico porque nunca tuvo necesidad de más que de aquello que Dios quiso darle. Pero rico ante todo, porque nunca dudó en qué consistía la verdadera riqueza: En servir a Cristo en la persona de los hermanos; en alimentarlos con el pan material y con el Pan espiritual; en procurarles la medicina contra las enfermedades del cuerpo, y sobre todo, contra las del alma; en proveer el techo de una vivienda a los que carecían de él, pero consciente de que era más importante invitarlos al gran Hogar de la Iglesia Madre, la Casa que el mismo Dios ha construido para sus hijos.
Mientras el padre Brochero proyectaba la construcción de caminos terrenales, trazaba con su vida ejemplar senderos de luz que conducían hacia la Patria celestial (y más ahora, que ha sido elevado a los altares).
¡Cuán rico era este Cura pobre! Rico, porque siendo pobre y humilde enriqueció a todos los que conoció ofreciéndoles el Tesoro más grande que es Jesucristo. El que Lo tiene a Él lo tiene todo.
La riqueza del Cura Brochero, evidentemente no era material puesto que dándola no se empobrecía; tan abundante es ella que sigue y seguirá enriqueciendo a todos aquellos que dirijan su mirada a la grandiosa figura de quien supo imitar a Cristo dándose a los demás.
Oración:
Padre de toda riqueza, en nombre y por la intercesión del santo Cura Brochero, rico en virtudes y en méritos, acuérdate de los que vivimos sumidos en la pobreza de nuestras propias miserias. Recuérdanos nuestra dignidad, Señor. Que no olvidemos que el Precio de nuestra redención es el Sacrificio de tu amado Hijo, el Fruto selecto formado en el seno de María, que por nosotros fue exprimido en el noble Árbol de la Cruz.
Que nunca cerremos las puertas del corazón a la salvación que Él nos ofrece.
Te pedimos todo esto junto a la gracia por la que rezamos esta novena al padre Brochero (se menciona la gracia).
Padre Nuestro, Ave y Gloria.
Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio eterno de los bienaventurados. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
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