‘¡Dad luz a los que están en tinieblas!’. La Virgen de Medjugorje nos ha invitado muchas veces a ser testigos creíbles e hijos suyos.
La vida espiritual es la vida más importante, es la verdadera vida que cada uno de nosotros vive en lo más profundo de su ser, pero que se conoce tan poco.
A pesar de ello, está ahí, en lo más profundo de nuestro corazón, el lugar secreto donde hacemos nuestras elecciones fundamentales: entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte. En la dimensión espiritual estas decisiones son las coordenadas principales, los valores básicos, y cada uno de nosotros está solo con Dios frente a esta elección, ya que todos, como criaturas suyas, tenemos una relación más o menos consciente con la fuente de la nuestra existencia que es el Dios Uno y Trino.
“¡Queridos hijos! En sus vidas, todos ustedes han experimentado momentos de luz y de tinieblas. Dios concede a cada hombre reconocer el bien y el mal. Yo los invito a llevar la luz a todos los hombres que viven en tinieblas. Cada día llegan a sus casas personas que están en tinieblas. Queridos hijos, dénles ustedes la luz. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
“¡Queridos hijos! Los invito a la oración, porque sólo en la oración podrán comprender mi venida aquí. El Espíritu Santo los iluminará en la oración, a fin de que comprendan que deben convertirse. Hijitos, deseo hacer de ustedes un ramillete muy hermoso preparado para la eternidad, pero ustedes no aceptan el camino de la conversión, el camino de la salvación que les ofrezco a través de estas apariciones. Hijitos, oren conviertan sus corazones y acérquense a Mí. Que el bien supere el mal. Yo los amo y los bendigo. Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
“Queridos hijos! Le doy gracias a Dios por cada uno de ustedes. De manera particular, hijitos, gracias por haber respondido a mi llamado. Los estoy preparando para nuevos tiempos, para que sean firmes en la fe y perseverantes en la oración, para que el Espíritu Santo obre a través de ustedes y renueve la faz de la tierra. Oro con ustedes por la paz, que es el don más precioso, aunque Satanás quiere la guerra y el odio. Ustedes, hijitos, sean mis manos extendidas y caminen orgullosos con Dios. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
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