¿Estamos realmente seguros de que el fruto prohibido, aquel mencionado en el Antiguo Testamento en la escena del pecado original, era una manzana? El Libro del Génesis nos ofrece la respuesta a esta pregunta, aclarando las ideas sobre el fruto y el pecado de Adán y Eva.
¿Quién ha establecido que el fruto mordido por Eva haya sido una manzana? En el imaginario colectivo, la representación de una manzana roja, brillante, sostenida por Eva tentada por la serpiente, está muy difundida. A reforzar esta imagen tan extendida ha contribuido también el arte, que ha representado el Jardín del Edén con diversas características pero, en cada ocasión, con la presencia de la manzana como fruto del pecado.
Sin embargo, para analizar a fondo la cuestión del pecado original, es necesario adentrarse en la lectura del Antiguo Testamento y, en particular, del libro del Génesis.
En el texto antiguo al que se hace referencia, de hecho, no se menciona específicamente la manzana. En el Texto Sagrado se hace referencia, en cambio, al fruto del árbol del “conocimiento del bien y del mal”.
Entonces, la pregunta surge de forma natural:
¿De dónde provienen las múltiples interpretaciones que han llevado, en el imaginario colectivo, a la imagen de la manzana?
Eva y el pecado: ¿por qué la manzana?
La responsabilidad de esta asociación podría estar relacionada con el idioma latín. Sabemos que una de las primeras ediciones en latín de la Biblia es la Vulgata, una de las primeras traducciones a la lengua común. En ese texto en particular aparece el término malus, que es un adjetivo que se traduce como “mal”. Pero el término malus, en otra acepción, también significa “manzano”. Aquí la referencia se vuelve muy interesante, porque probablemente el vínculo con el árbol del manzano podría ser concreto.
Estamos frente a un juego de palabras que ha funcionado, tal vez, demasiado bien, creando así una asociación indeleble entre el fruto del bien y del mal y el árbol del manzano. A partir de ahí, el paso fue brevísimo. Artistas, teólogos y narradores medievales comenzaron a representar con frecuencia a Eva con una manzana en la mano. Y así nació una de las representaciones más icónicas del pasaje bíblico.
El mensaje
Más allá del fruto al que hace referencia el Génesis, el punto central del relato está en la elección. Esa permanece, de todos modos, como un tema universal.
Ya se trate de una manzana o de cualquier otro fruto, la elección —ligada inevitablemente a la desobediencia y a la curiosidad humana— está en el centro de la temática.
El gesto de morder el fruto considerado malus, con todos los significados que puede llevar consigo, representa el acto fundacional de la libertad humana.
Por lo tanto, Dios ofreció a cada uno la posibilidad de elegir, incluso frente a una prohibición. Eva y Adán fueron los primeros en ejercer el libre albedrío, y ese es un gesto fundamental que marca el paso de la inocencia a la conciencia, hasta llegar a la responsabilidad individual.
En este sentido, la fuerza del símbolo ha superado la de la verdad textual.
El episodio bíblico del fruto prohibido, de hecho, sigue contándonos una historia de curiosidad, desobediencia y búsqueda de conciencia, independientemente del tipo de fruto al que se haga referencia.
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