Según la visión de Benedicto XVI, gran teólogo además de Pontífice, la historia de la salvación no está compuesta por “rupturas”, sino por cumplimientos. Todo esto es posible gracias a un “puente” entre las Antiguas Escrituras y las del Nuevo Testamento, cuya figura central es Cristo.
El centro del pensamiento de Benedicto XVI reside en el hecho de que, en su profunda visión de la salvación, Jesús no es exclusivamente el Hijo de Dios que se encarnó haciéndose hombre. La figura de Cristo tiene un papel muy preciso, casi arquitectónico, al presentarse como un “puente” entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, un puente que no solo une ambas partes, sino que transforma, cambia y completa la historia. En este sentido, nos enseña Benedicto XVI, la historia que se completa con la figura de Jesús hace visibles las promesas antiguas. En el pensamiento profundo y fundamental del Pontífice leemos que “Jesús reivindica, de hecho, un derecho real”.
¿Qué significa esta afirmación?
En primer lugar, es importante aclarar que “real” no se refiere a un reino terrenal, con fronteras, sino a un reino que trasciende, tocando la esfera divina. Este derecho hunde sus raíces en la fe, en la fe en las Sagradas Escrituras.
La invitación de Benedicto XVI es precisamente la de considerar el verdadero significado de las acciones de Cristo, así como de sus palabras. Todo esto, nos dice el Pontífice, no puede comprenderse sin una lectura del Antiguo Testamento.
De hecho, si nos detenemos con atención en las palabras, los milagros y los gestos de Jesús, hasta llegar al Sacrificio en la Cruz, entendemos cómo estos pueden ser leídos como cumplimiento de lo que había sido anunciado. En este sentido, Ratzinger nos ofrece también otro punto de vista: el Pontífice nos invita a reflexionar sobre cómo Jesús “no actúa según planes o deseos propios” (fuente: pensamientos del Papa Benedicto XVI). Jesús actúa, en cambio, según la voluntad del Padre, que ya había sido anunciada en las Antiguas Escrituras.
El mensaje del Papa es muy claro: no se puede comprender el Nuevo Testamento sin el Antiguo. Y quien actúa como puente entre ambos es precisamente la figura de Jesús. A la vez, estamos llamados a reflexionar sobre cómo tampoco el Antiguo puede entenderse plenamente sin la Revelación traída por Cristo.
Es en la figura de Jesús donde las palabras se hacen carne y las promesas se vuelven vida vivida.
La modernidad ha intentado con frecuencia dividir ambos contextos, separando al Dios del Antiguo Testamento del del Nuevo.
Partiendo de esta base, el Papa Benedicto XVI nos recuerda que esta oposición no es correcta. Jesús, de hecho, nos enseña el Pontífice, no viene a “romper” con el pasado. Cristo viene a cumplir.
Jesús no borra, Jesús ilumina.
Este es un mensaje muy claro y cargado de significado, expresado por uno de los teólogos (además de Pontífice) más lúcidos de la modernidad.
Por otro lado, el mensaje de Ratzinger no es solo teológico, sino también profundamente humano. En este sentido, su invitación no es a buscar “atajos” espirituales, sino a leer con calma y paciencia las Sagradas Escrituras, reflexionando sobre el vínculo, posible gracias a Jesús.
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