¿Qué significa, realmente, ser libres?
A ofrecernos la respuesta a esta difícil e interesantísima pregunta es San Juan Pablo II, quien hace referencia al libre albedrío de los ángeles para entregarnos su valiosa enseñanza.
Difícilmente se habla de los ángeles, salvo en contextos muy específicos y limitados. Sin embargo, cuando se hace, se nos entregan enseñanzas sin precedentes, enseñanzas que, a menudo, solo los santos logran transmitir con tal precisión y valor simbólico. En este caso, quien nos deja un precioso mensaje sobre la realidad celestial —es decir, sobre los ángeles— es una de las figuras más queridas del siglo pasado: el Santo Pontífice Juan Pablo II, quien demostró una profunda comprensión sobre las realidades del cielo, especialmente en torno al tema del libre albedrío.
Al hablar de la libertad en relación con el concepto angélico, el Papa Wojtyła nos deja como herencia uno de los pensamientos más hermosos y profundos de toda la cristiandad. Este bellísimo mensaje, fechado en agosto de 1986, nos invita a una reflexión profunda, que derriba muchos —demasiados— estereotipos relacionados con el mundo celestial. En el corazón del mensaje del Pontífice se encuentra una afirmación clara: incluso los ángeles son puestos a prueba. También para ellos, el amor de Dios no es un automatismo, sino, como en el caso del hombre, fruto de una decisión libre.
Para quienes imaginan a los ángeles como seres luminosos, serafines por naturaleza, la idea de que ellos también hayan tenido que hacer una elección puede resultar desconcertante. Para comprender mejor este concepto, conviene reflexionar sobre las palabras de Juan Pablo II. Según el Santo Pontífice, “También para los ángeles, la libertad significa la posibilidad de optar a favor o en contra del Bien que conocen, es decir, Dios mismo” (fuente: pensamientos de Juan Pablo II).
A partir de esta afirmación, Karol Wojtyła subraya la verdadera grandeza de la libertad. Se trata de una libertad que no se refiere únicamente al ser humano después de la Creación, sino que marca también el origen mismo del mundo angélico. De ahí se comprende también la famosa caída de Lucifer y de los ángeles rebeldes. Todo ello es fruto de una elección libre y dramática, utilizada —en ese caso— contra Dios. Juan Pablo II nos recuerda que si incluso los ángeles debieron elegir, entonces el ser humano —que a menudo se siente “justificado” en sus errores y fragilidades— debe reflexionar seriamente sobre el valor y la responsabilidad de su propia libertad.
No es casual que el Santo Pontífice, a lo largo de su vida y de su pontificado, insistiera en reiteradas ocasiones sobre la importancia de la responsabilidad personal, de cada individuo. Karol Wojtyła, a través de su mensaje, nos recuerda que la libertad —con toda su fragilidad— es grande y esencial. De aquí parte otra reflexión fundamental, basada en sus palabras: la libertad es universal. Según las enseñanzas de Juan Pablo II, la historia de la libertad es verdaderamente universal: no se trata de un detalle terrenal, sino de un “hilo” que une la tierra con el cielo, a los hombres con los ángeles, la rebeldía con la obediencia.
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