San Francisco de Asís reflexiona profundamente sobre el verdadero significado de la posesión y, sobre todo, del don. Según el Santo medieval, la felicidad nace y se experimenta en un momento muy concreto, cuando hacemos algo específico, tal como él mismo nos aconseja.
En la lógica franciscana, la restitución se convierte en una pieza fundamental de toda la cristiandad. Se trata, como San Francisco nos ha acostumbrado a ver a menudo, de un vuelco total en las dinámicas de la economía y del poder. En el imaginario colectivo, la lógica de acumular está directamente asociada a la riqueza. Francisco, en su corazón, nos enseña que esta lógica debe, en realidad, invertirse. Pero el Santo no solo nos enseña la necesidad de hacerlo, sino también el modo de llevarlo a cabo. San Francisco nos muestra que la verdadera bienaventuranza no se encuentra en la conquista ni en el acaparamiento, sino en el desapego total y radical.
Sin embargo, el Santo decide ir aún más allá en esta temática, y lo hace sin hablar exclusivamente de los bienes materiales. Francisco, en su reflexión sobre el significado de la posesión, habla de “todos sus bienes”. Es necesario meditar profundamente sobre este aspecto.
El discurso de San Francisco sobre la posesión es aún más potente si se piensa que no habla como un “teórico”, sino como un hombre que ha experimentado personalmente lo que predica. Recordemos que, siendo hijo de un rico comerciante, el Santo renunció a todas sus posesiones para abrazar y desposar a “Señora Pobreza”, quien lo acompañaría durante toda su vida. Sus palabras, en relación a este tema, tocan el corazón de toda la cristiandad:
“Bienaventurado el siervo que devuelve todos sus bienes al Señor Dios, porque quien retiene algo para sí mismo, esconde dentro de sí el dinero de su Señor Dios, y le será quitado aquello que creía poseer” (fuente: pensamientos de San Francisco de Asís).
El Santo afirma con convicción que retener el dinero para uno mismo equivale, en esencia, a ocultarlo al Señor. La idea de fondo que Francisco quiere transmitirnos es que, en realidad, nada de lo que tenemos nos pertenece.
San Francisco no solo nos habla de lo que está bien o mal hacer. El Santo nos muestra el camino a seguir, presentándose como un verdadero ejemplo. El pobrecillo de Asís propone, de hecho, la restitución como un estilo de vida. Restituir, nos enseña el Santo, significa reconocer que todo lo que tenemos (que, como nos enseña, no es nuestro) es un don. El Santo propone una vida “con las manos abiertas”. ¿Qué significa esta imagen? Las manos abiertas representan un estilo de vida que coloca en el centro la libertad de recibir y, al mismo tiempo, la de soltar.
La advertencia de San Francisco también alcanza la reflexión y la oración. En uno de sus escritos más importantes, el Santo habla de frailes que “roban” tiempo a la oración para dedicarlo a actividades o posesiones personales. No se trata de un “robo” en el sentido material, sino, como nos enseña Francisco, de retener algo para uno mismo. Justamente el Santo, en sus escritos y reflexiones, nos recuerda que todo lo que tenemos pertenece a Dios y debe ser devuelto constantemente.
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