Hay un aspecto de la Virgen María conocido por pocos. Este aspecto podría cambiar definitivamente la forma en que vemos a la Madre de Jesús. Se trata de una verdad totalmente sorprendente, que se esconde detrás de uno de sus títulos más misteriosos.
“María, al ser la madre de Cristo, es la madre de la Iglesia”.
Así comienza uno de los pensamientos más profundos y espiritualmente ricos de don Tonino Bello, obispo que vivió el siglo pasado en Italia.
Esta frase, que a primera vista puede parecer evidente, incluso banal, encierra en realidad una verdad desarmante.
Se trata de una de las revelaciones más importantes sobre la Virgen María, madre de Dios y madre nuestra.
María es la madre de Cristo, y la Iglesia es el Cuerpo de Cristo; por lo tanto, María es también la madre de la Iglesia.
Pero su reflexión va mucho más allá, no se limita a estas afirmaciones.
El obispo habla, además, de una maternidad universal que rompe todos los esquemas.
María es la mujer que, con su “sí”, abrió una puerta para todos.
¿De qué puerta se habla? De la puerta de la salvación, de la cercanía con Cristo, y por tanto con Dios.
La Madre Virgen no es exclusivamente la “reina de los católicos”, la “Virgen del Rosario”.
El obispo nos presenta a María como una madre acogedora, universal, tierna y fuerte al mismo tiempo.
Es la madre que abraza a todos: a los cercanos y a los lejanos, a los que están en el camino correcto y a los que se equivocan, a todo aquel que la busca.
En su profunda visión, María no es solo una figura santísima que debe ser venerada, sino alguien cercano, real, implicado en la historia de la humanidad.
En un mundo fragmentado, dividido, donde cada vez se levantan más muros que vínculos, hablar de una maternidad universal que incluye a todos no es nada común.
El mensaje del obispo es más actual que nunca, porque nos invita a pensar la fe no como un recinto, sino como una mesa abierta.
Sus palabras son de gran consuelo para todos:
“María, al ser la madre de Cristo, es la madre de la Iglesia. No hay otras razones teológicas fundamentales más que esta. Por eso, María es la madre de la Iglesia, la madre de todos nosotros. Es más: es la madre de toda la humanidad, porque esta fortísima tensión de entrar en Cristo, la tiene toda la humanidad”.
María es madre de Cristo, y esta afirmación encierra en sí misma un mundo:
porque si estamos unidos a Cristo y caminamos con Él, entonces la Virgen es también madre nuestra… madre de todos.
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