La de la Madre Teresa, en el contexto contemporáneo, se convierte en una voz contracorriente que nos recuerda que, a veces, el verdadero ver nace de saber cerrar los ojos. Un pensamiento sorprendente que nos abre a una reflexión inesperada.
Madre Teresa de Calcuta pertenece a ese tipo de figuras religiosas que todos aman o de las que se dejan influenciar sin demasiadas preguntas. Su manera de afrontar la vida, siguiendo el ejemplo del Evangelio, es, desde el principio, claramente reconocible como una vida de santidad. De hecho, de eso se trata: de una Santa que cambió la vida de millones de personas con su ejemplo.
En sus palabras se esconde un pensamiento tan simple como revolucionario para el hombre contemporáneo: ver no siempre es un acto inocente. A veces, para poder ver de verdad, es decir, con la mirada limpia del corazón, hay que aprender a cerrar los ojos. ¿Cómo se hace? Nos lo enseña la Madre Teresa directamente con su forma de ser y de vivir el Evangelio.
La Santa nos ofrece, con su ejemplo y sus palabras, una de las enseñanzas más bellas y profundas sobre la forma de ver las cosas, a través de los ojos y de la mirada. Según la tradición cristiana, los ojos no son solo órganos de percepción sensorial: son ventanas del alma. Según la Santa, son el punto en el que el mundo y Dios llaman a la puerta de nuestro corazón. Cada imagen que dejamos entrar, cada escena que decidimos observar, tiene un efecto invisible pero real sobre nuestra interioridad. Leamos sus palabras para comprender mejor su significado:
“Luego, tenemos el silencio de los ojos que siempre nos ayudará a ver a Dios. Nuestros ojos son como dos ventanas a través de las cuales Cristo o el mundo penetran en nuestros corazones. A menudo necesitamos un gran valor para mantenerlos cerrados. Cuán a menudo decimos: ‘Ojalá nunca hubiera visto eso’, y sin embargo nos preocupamos tan poco por vencer el deseo de verlo todo.”
(fuente: Pensamientos de la Madre Teresa de Calcuta)
En el centro del pensamiento de Madre Teresa hay un tema muy importante: el silencio de los ojos. La Santa sugiere una idea contraintuitiva pero profundamente espiritual: a veces, para ver a Dios, hay que cerrar los ojos. No se trata de ignorar el dolor ni de rechazar el mundo, sino de elegir qué dejamos entrar en nuestro interior. El “silencio de los ojos” es, en esencia, un ejercicio de libertad interior. Es un pensamiento que, aunque fue expresado hace tiempo, se presenta como esencialmente moderno. Después de todo, vivimos en la era de “mirar”, casi como una obligación social. En este sentido, Madre Teresa nos ofrece una visión diferente, un consejo revolucionario: aprender a cerrar los ojos. Hay que hacerlo no por miedo, sino por amor; no para ignorar, sino para custodiar.
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