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El deseo que salva el alma: San Agustín y la sed de Dios

San Agustín nos deja palabras que aún hoy arden, nacidas de un corazón inquieto y sediento. En su pensamiento se esconde un deseo capaz de cambiarlo todo.

San Agustín – LaluzdeMaria

San Agustín representa, sin duda, una de las figuras más influyentes del Cristianismo en todo el mundo. Sus palabras hablan al corazón del ser humano de todos los tiempos. En su Confesión, el gran pensador y Doctor de la Iglesia expresa el deseo profundo del alma humana: encontrar a Dios, amarlo, dejarse embriagar por su presencia. Este pasaje, denso y conmovedor, es un viaje espiritual hacia la sed de lo infinito. En el pensamiento del Santo, cuyas partes cruciales se expresan en su obra más famosa, Las Confesiones, no nos encontramos solo ante palabras religiosas, sino ante el grito de un alma inquieta que ha conocido el vacío de las cosas mundanas.

San Agustín de Hipona: Dios y el amor

El pensamiento de San Agustín sobre el tema del amor a Dios es muy claro. El Santo habla de un “mandato” y nos presenta una idea que, si se lee de manera simplista, puede parecer incluso incómoda. Leamos, ante todo, sus palabras, con el fin de comprender mejor su pensamiento. San Agustín nos enseña que:

«¿Quién me hará descansar en ti? ¿Quién hará que vengas a mi corazón y lo embriagues? Entonces olvidaría mis males y abrazaría como único bien: a ti. ¿Qué eres para mí? Ten misericordia, para que pueda hablar. ¿Y qué soy yo para ti, para que me mandes amarte y te enojes conmigo y me amenaces, si no obedezco, con grandes desgracias, como si fuera poca desgracia la misma ausencia de amor por ti? Oh, dime, por tu misericordia, Señor Dios mío, ¿qué eres para mí? Di a mi alma: yo soy tu salvación. Dilo, para que yo lo oiga. He aquí, los oídos de mi corazón están ante tu boca, Señor. Ábrelos y di a mi alma: yo soy tu salvación. Persiguiendo esa voz, te alcanzaré, y no me ocultes tu rostro. Que yo muera para no morir, para verlo.» (Fuente: pensamientos de San Agustín de Hipona)

Entonces, San Agustín habla de mandato, y la falta de amor no es solo una carencia, sino una culpa. Para el santo, la ausencia de amor hacia Dios es la verdadera desgracia, la raíz de todo mal. Es una visión que invierte la moderna: no es Dios quien debe demostrarnos su amor, sino que somos nosotros quienes debemos responder al suyo.

Un mensaje actual

El mensaje de San Agustín se presenta como una enseñanza profunda y muy actual. En una época como la actual, su grito resuena como un desafío. ¿Es el hombre contemporáneo todavía capaz de desear a Dios con esa intensidad? El santo nos recuerda que la verdadera tragedia es no amar a Dios, y que la única salvación consiste en escuchar su voz.

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