María vive su cotidianidad sencilla y escondida, cuando irrumpe en su vida el arcángel Gabriel. No hay señales espectaculares, sino una palabra que la sorprende y la turba: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Es el saludo que revela un misterio más grande que ella: Dios la mira, la elige y le confía una misión que cambiará el mundo. El Evangelio del día del 22 de agosto nos muestra que la reacción de María es la de todo corazón humano: temor, preguntas, desconcierto. Pero la palabra del ángel trae luz: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios». El miedo no es ignorado, sino transformado en confianza. La fe no es ausencia de dudas, sino capacidad de confiar incluso cuando no se comprende todo.
Del Evangelio según San Lucas
Lc 1,26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre de la casa de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entrando a su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó mucho por estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se le llamará Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
«¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?». El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a Isabel, tu pariente, que en su vejez ha concebido también un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada es imposible».
María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y el ángel la dejó.
El mensaje divino es desconcertante: María será madre de Jesús, el Hijo del Altísimo, Aquel que reinará para siempre. La lectura del Evangelio del día del 22 de agosto nos lleva a comprender que esto no es un simple anuncio de maternidad, sino la revelación de un plan eterno. Y para sostener su fe, el ángel le ofrece una señal: Isabel, la pariente anciana y llamada estéril, ya está en su sexto mes. Dios no promete lo imposible: lo realiza.
Las palabras del ángel resuenan como una clave de lectura de toda la historia: «Nada es imposible para Dios». Es esta la fuerza que derriba límites, que hace fecundas las esterilidades, que abre caminos donde no parecen existir. Cada creyente, leyendo estas palabras, está llamado a reconocer que las fragilidades no son obstáculos, sino lugares donde Dios puede manifestar su poder. La fe nace del encuentro entre la fragilidad humana y la potencia divina. Como María, también nosotros somos invitados a decir nuestro sí, seguros de que el Señor nunca pide nada sin dar también la fuerza para cumplirlo. Nuestra historia, en manos de Dios, se convierte en un lugar donde lo imposible se realiza.
Lee también: Un sorbo que cambió la historia de una bebida en Europa
La página del Evangelio del día del 21 de agosto nos introduce en una parábola… Read More
Una invitación fuerte y universal llega desde Roma: el Papa León XIV llama a los… Read More
En el corazón de Roma, a finales del siglo XVI, una decisión papal contribuyó a… Read More
La lectura del Evangelio del día del 19 de agosto nos pone delante de palabras… Read More
Con el Evangelio del día del 18 de agosto nos encontramos ante un encuentro que… Read More
Con el Evangelio del día del 17 de agosto nos encontramos ante un anuncio de… Read More