En el Evangelio del día del 12 de octubre, Jesús nos ofrece una enseñanza profunda: la verdadera curación nace de la gratitud. Solo quien sabe reconocer el don recibido experimenta la plenitud de la salvación.
La gratitud es un tema muy importante para el Evangelio del día del 12 de octubre. Jesús va de camino hacia Jerusalén, el lugar de su Pascua. En el camino, diez leprosos se le acercan gritando desde lejos: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Son excluidos, heridos en el cuerpo y en el corazón, pero encuentran en Él la esperanza que el mundo les había negado. Jesús no realiza gestos espectaculares: solo pide confianza. «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Es una orden que pone a prueba la fe: los diez parten, y mientras van, quedan curados.
Evangelio del día, 12 de octubre: el agradecimiento
Del Evangelio según san Lucas
Lc 17,11-19
Mientras iba camino de Jerusalén, Jesús pasaba entre Samaria y Galilea. Al entrar en un pueblo, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y comenzaron a gritar: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!». Al verlos, Jesús les dijo: «Vayan a presentarse a los sacerdotes». Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse curado, regresó alabando a Dios en voz alta y se postró a los pies de Jesús para darle gracias. Era samaritano. Jesús entonces preguntó: «¿No quedaron limpios los diez? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino este extranjero?». Y le dijo: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».
Entre los diez, solo uno regresa. Es un samaritano, un extranjero, perteneciente a un pueblo despreciado. Y, sin embargo, es él quien comprende realmente lo que ha sucedido: la curación no es solo física, es encuentro con Dios. Se postra a los pies de Jesús, alaba y da gracias. Su voz se convierte en oración. En ese gesto de humildad y agradecimiento, Jesús ve la fe auténtica, la que salva: «Levántate y vete; tu fe te ha salvado».
La diferencia entre curación y salvación
Los otros nueve fueron curados, pero no salvados. Recibieron el don, pero no reconocieron al Dador. Es una diferencia sutil pero decisiva: la gratitud abre el corazón a la relación, transforma la curación en salvación, la vida recobrada en vida nueva. La fe no consiste solo en pedir, sino en saber regresar, recordar y decir “gracias”.