Hoy estamos llamados a reflexionar sobre el don del conocimiento y la responsabilidad que conlleva. Con el Evangelio del día del 16 de octubre, Jesús denuncia a quienes usan el saber no para iluminar, sino para excluir, recordándonos que la verdadera sabiduría está siempre al servicio del amor y de la verdad.
Jesús habla con fuerza a los doctores de la Ley y a los fariseos, desenmascarando una actitud tan antigua como actual: la hipocresía religiosa. Ellos honran a los profetas construyendo sus sepulcros, pero olvidan que fueron precisamente sus padres quienes los persiguieron y mataron. El evangelio del día del 16 de octubre nos explica que, mientras parecen rendir homenaje a la santidad, en realidad perpetúan la distancia del mensaje divino. Es una advertencia contra una fe hecha solo de apariencias, que construye monumentos pero no cambia el corazón.
Evangelio del día, 16 de octubre: Jesús y la llave
Del Evangelio según san Lucas
Lc 11,47-54
En aquel tiempo, el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, y vuestros padres los mataron! Así dais testimonio y aprobáis las obras de vuestros padres: ellos los mataron y vosotros edificáis. Por eso la sabiduría de Dios ha dicho: “Les enviaré profetas y apóstoles, y a algunos de ellos los matarán y perseguirán”, para que a esta generación se le pida cuenta de la sangre de todos los profetas derramada desde el principio del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, os digo, se pedirá cuenta a esta generación.
¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, que habéis quitado la llave del conocimiento! Vosotros no habéis entrado, y a los que querían entrar se lo habéis impedido». Cuando salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo con muchas preguntas, tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna palabra salida de su propia boca.
Jesús habla de la “llave del conocimiento” como un símbolo poderoso: un don que puede abrir o cerrar el acceso a la verdad. Los doctores de la Ley la han usado para excluir, no para acompañar. Han transformado la Palabra de Dios en un laberinto de reglas, olvidando que toda ley encuentra su sentido en el amor. Esa llave, en manos del discípulo auténtico, sirve en cambio para abrir la puerta de la fe, para dejar entrar a quien busca, a quien pregunta, a quien desea comprender.
Responsabilidad y libertad
Ser custodios del conocimiento significa asumir la responsabilidad de transmitir la verdad con humildad. Jesús nos pide no usar el saber para dominar o juzgar, sino para servir y liberar. Cada cristiano, en la medida en que escucha la Palabra, se convierte en portador de una luz que puede guiar a otros hacia Dios. El conocimiento, sin amor, se vuelve estéril; pero iluminado por la fe, se convierte en camino de salvación.
Una fe que no teme las preguntas
Al final del pasaje, vemos a los escribas y fariseos tratando de atrapar a Jesús en alguna falta, como si la verdad pudiera ser encerrada con palabras. Pero Jesús no huye del enfrentamiento: la verdad auténtica no teme las preguntas, porque nace de un corazón libre y sincero. Esta es la llave que debemos custodiar: la fe como diálogo, no como imposición.
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