Creo, Jesús mío, que estáis realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar.
 Os amo sobre todas las cosas y deseo recibiros en mi alma.
 Pero como ahora no puedo recibiros sacramentado,
 venid a lo menos espiritualmente a mi corazón.
(Pausa en silencio para adoración)
Como si ya os hubiese recibido, os abrazo y me uno todo a Vos.
 No permitáis, Señor, que jamás me separe de Vos. Amén.

Eterno Padre os ofrezco la Sangre, el Alma, el Espíritu, el Cuerpo y la Divinidad preciosísima de Tu Hijo Jesús en expiación de mis pecados, los pecados del mundo entero y las necesidades de nuestra Santa Iglesia Católica.
 Amén.
 
 


