El milagro ocurrió ante los ojos de Papa Francisco

Una hostia profanada se convirtió en sangre. Un conocido Milagro Eucarístico tuvo lugar cuando Francisco era obispo auxiliar del cardenal Quarrancino en Buenos Aires. Y el mismo Papa Francisco pidió que la reliquia fuera fotografiada y el hecho fuera examinado. Los resultados son sorprendentes.

El padre Alejandro Pezet, 18 de agosto de 1996 a las 19.00, estaba celebrando la misa cuando al final de la distribución de la Santa Comunión, una mujer se acercó para decirle que había encontrado una hostia echada al final de la iglesia. Yendo sobre el lugar indicado, el Padre Alejandro vio la hostia profanada. Y dado que no pudiera comerla, lo puso en un pequeño recipiente de agua y puso todo en el tabernáculo de la capilla del Santísimo.

Lunes 28 de agosto abriendo el sagrario, vio con estupor que el hostia se había convertido en una sustancia sanguinolenta. De inmediato informó Mons. Jorge Bergoglio quien dio instrucciones porque la hostia fuera fotografiada de una manera profesional. Por muchos años la hostia se quedó en el tabernáculo y del acontecimiento no fue dicho nada a nadie. Dado que la hostia no había sufrido ninguna descomposición visible, Mons. Bergoglio decidió, en secreto, de hacerla analizar científicamente. Uno de los científicos fue el conocido cardiólogo y patólogo el médico Frederic Zugiba.

Él estableció que la sustancia analizada era verdadera carne  y verdadera sangre que contiene ADN humano y declaró: “El material analizado es un fragmento de músculo cardiaco que se encuentra en la pared del ventrículo izquierdo en proximidad de las válvulas. Este músculo es responsable de la contracción del corazón. Hay que recordar que el ventrículo izquierdo del corazón bombea sangre a todas las partes del cuerpo. El músculo cardiaco en examen está en una condición inflamatoria y contiene un gran número glóbulos blancos. Esto indica que el corazón estaba vivo en el momento del muestreo. Mi tesis es que el corazón estaba vivo ya que los glóbulos blancos, fuera de un organismo vivo, mueren, porque necesitan un organismo vivo para mantenerlos. Luego su presencia indica que el corazón todavía estaba vivo cuando fue tomada la muestra. Además estos glóbulos blancos son penetrados en el tejido, lo que indica que el corazón había sufrido un grave estrés, como si el propietario había sido duramente golpeado en el pecho”.

Dos australianos, el periodista Mike Willesee y el abogado Ron Tesoriero, fueron testigos de estas pruebas y conociendo la procedencia de la muestra, se fueron sorprendidos por las declaraciones dott.Zugiba. Sólo entonces Mike Willesee reveló al Dr. Zugiba que la muestra analizada fue de una hostia consagrada que se transformó misteriosamente en carne humana sangrante. Aturdido por esta información, el Dr. Zugiba respondió: “¿Cómo y por qué hostia consagrada puede cambiar su especie para convertirse en carne viva y sangre humano, seguirá siendo un misterio inexplicable para la ciencia, un misterio totalmente más allá de mi competencia”.

Dios desea que tomamos conciencia que Él está realmente presente en el misterio de la Eucaristía. El milagro eucarístico de Buenos Aires es una señal extraordinario confirmado por la ciencia. A través este señal Jesús desea despertar en nosotros una fe viva en su presencia real en la Eucaristía, lo real y no simbólica. En la Eucaristía, Jesús nos ve y nos ama y desea salvarnos. ¡Sólo la fe en la intervención extraordinaria de Dios puede dar una respuesta razonable!

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