Quería freír la hostia, pero lo que ocurrió es increíble…

El milagro eucarístico de que se cuenta ocurrió en la iglesia actual de San Andrés (San Basilio en su origen). En Trani hubo, durante el siglo XI, una concentración de inmigrantes judíos. Según la leyenda en esa época y en la iglesia de San Basilio se consumió el primer acto del sacrilegio, origen del milagro.

Una mujer judía, con la ayuda de una cristiana, fue capaz de mezclarse entre los fieles en la asamblea litúrgica. Recitando bien el papel de la devota, se dirigió a la comunión con malas intenciones. De hecho, recibió la hostia consagrada por las manos del celebrante y regresó a su lugar, la judía, en vez de consumir la partícula envolvió la hostia en un paño.

Después de la celebración, con hacer discreto volvió a su camino a casa: la intención era burlarse de la fe de los cristianos en la Eucaristía. Llegada a casa, pasó a la realización del plan satánico. Encendió el fuego, y estableció una sartén con aceite y, cuando el aceite comenzó a freír, sumergidas la hostia. En contacto con el aceite caliente, la hostia se volvió milagrosamente carne llena de sangre que siguió saliendo, sin pararse. Delante esta reacción imprevista y a tal fulgurante mutación, la incrédula mujer, judía, presa de temor y terror trató de ocultar el crimen. Pero, luego, comprobada la incapacidad de liberarse del cuerpo del delito, vencido por arrepentimiento, rompió a llorar en lágrimas gritando de dolor por lo que había hecho.

La noticia del milagro,  la noticia expandió por toda la ciudad, informado el Obispo, sorprendido por el sacrilegio horrible, llegó de inmediato en el lugar y, se inclinó en un gesto de adoración disculpándose por el incidente y convocó una procesión penitencial de reparación. Los restos de la hostia frita fueron devotamente recogidas y llevadas al la Catedral.

La casa donde el milagro ocurrió en 1706 fue transformada en una capilla dedicada al “San Salvador”. La reliquia que contiene la hostia frita fue puesta en el relicario, que tiene la forma de una pequeña casa, los dos piezas o fragmentos son bien visibles, por lo que todo el mundo puede, incluso hoy en día, darse cuenta del acaecimiento

Una procesión penitencial solemne llamada de los misterios, que se tiene durante la tarde del Viernes Santo, hoy recuerda el episodio recordado como el Milagro Eucarístico de Trani.

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