Último mensaje de Medjugorje 2 de febrero de 2020

Medjugorje Mirjana

Queridos hijos, por obra de la decisión y del amor de Dios, he sido elegida para ser la Madre de Dios y la Madre vuestra. Pero también por mi voluntad y por mi amor ilimitado hacia el Padre Celestial y mi completa confianza en Él, mi cuerpo fue el cáliz del Dios-hombre. He estado al servicio de la verdad, del amor y de la salvación, como estoy aquí ahora, entre vosotros, para invitaros, hijos míos, apóstoles de mi amor, a ser portadores de la verdad; para invitaros a que, por medio de vuestra voluntad y amor por mi Hijo, difundáis Sus palabras, palabras de salvación. Para que con vuestros actos mostréis, a quienes no han conocido a mi Hijo, Su amor. La fuerza la encontraréis en la Eucaristía, en mi Hijo que os nutre con Su cuerpo y os fortalece con Su sangre.

Hijos míos, juntad vuestras manos y mirad la Cruz en silencio. De esa manera, obtenéis la fe para que la podáis difundir, obtenéis la verdad para que podáis discernir, obtenéis el amor para saber realmente cómo amar. Hijos míos, apóstoles de mi amor, juntad las manos, mirad la Cruz: solo en la Cruz está la salvación. ¡Os agradezco! ”

Último mensaje de Medjugorje 2 de febrero de 2019

“Queridos hijos, el amor y la bondad del Padre Celestial dan revelaciones que hacen que la fe crezca y se comprenda, y traiga paz, seguridad y esperanza. Así también yo, hijos míos, por medio del amor misericordioso del Padre Celestial, siempre y de nuevo, les muestro el camino hacia mi Hijo, hacia la salvación eterna. Pero, lamentablemente, muchos de mis hijos no quieren escucharme, y muchos de ellos dudan. Y yo, yo siempre, en el tiempo y más allá del tiempo, he magnificado (engrandecido) al Señor por todo lo que ha hecho en mí y a través de mí. Mi Hijo se da a ustedes, parte el Pan con ustedes, les habla palabras de vida eterna para que las lleven a todos. Y ustedes, hijos míos, apóstoles de mi amor, ¿a qué temen si mi Hijo está con ustedes? Ofrézcanle sus almas para que Él pueda morar en ellas, y pueda hacer de ustedes instrumentos de la fe e instrumentos del amor. Hijos míos, vivan el Evangelio, vivan el amor misericordioso hacia el prójimo y, ante todo, vivan el amor hacia el Padre celestial. Hijos míos, no están unidos por casualidad. El Padre Celestial no une a nadie por casualidad. Mi Hijo habla a sus almas y yo les hablo a su corazón. Como Madre les digo: síganme, ámense los unos a los otros, den testimonio. Con su ejemplo, no tengan miedo de defender la verdad: la Palabra de Dios, que es eterna y nunca cambia. Hijos míos, quien obra a la luz del amor misericordioso y de la verdad, siempre recibe ayuda del cielo y no está solo. Apóstoles de mi amor, que siempre los reconozcan entre todos los demás por pasar inadvertido, por el amor y la serenidad. Yo estoy con ustedes. ¡Les doy las gracias!”.

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