San Mateo bienaventurado, ruega por nosotros. Así sea
Oh glorioso apóstol san Mateo, “don de Dios”,
evangelista y elegido por Jesús en su misericordia.
Cuando estabas sentado cobrando impuestos
escuchaste la llamada del Señor: Sígueme.
Prontamente, te levantaste,
lo dejaste todo, y lo seguiste.
A pesar de ser para los de tu pueblo,
un ladrón, injusto, y de malas costumbres;
el Señor puso los ojos en ti
y tú te dejaste seducir por Él.
El Señor puso los ojos en ti,
porque no ha venido a llamar a justos,
sino a pecadores.
Y encontrándote aparentemente
más alejado de la santidad y gloria
te has convertido para todos los hombres
en un modelo de acogida de la misericordia de Dios.
Tal grande fuel el “Don de Dios” en tu vida,
que abandonando tu oficio, injusto y poco digno,
seguiste a Jesús, tu única riqueza,
tu única seguridad, tu único bienestar.
Gracias San Mateo
por haber recogido las palabras de Jesús
y haberlas dejado a todos los hombres
para que en cada momento de la historia
la voz de Jesús resuene en los corazones
que estén dispuestos a recibirlo.
San Mateo mártir de la fe,
tú que con amor ardiente seguiste al Maestro,
intercede ante la gran misericordia de Jesús
para que los enfermos encuentren curación,
los necesitados reciban auxilio y ayuda,
los injustos vuelvan al camino de la justicia,
los traidores regresen a la lealtad y la nobleza,
los adúlteros e infieles tornen a la fidelidad
y los pecadores obtengan clemencia y piedad.
Glorioso San Mateo, apóstol y evangelista.
Tú supiste renunciar a todo
para seguir a Jesús y ser su testigo.
Alcánzanos docilidad
para escuchar la voz de Dios y seguirle con alegría.
Que nunca tengamos reparos en ir a Jesús,
pues Él dijo un día en tú casa que
“no tienen necesidad del médico los sanos
sino los enfermos”.
Que, a través de tu Evangelio
conozcamos cada día más a Jesús
y así le sigamos y amemos como lo hiciste tú.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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