Es el primer sábado del mes, conságrate hoy, 4 de noviembre de 2023, a Nuestra Señora de Fátima. ¡La Virgen lo pidió!

Es el primer sábado de mes, encomiéndate hoy a Nuestra Señora

Una de las más bellas y profundas devociones marianas: el primer sábado de mes

Renovamos la práctica de los cinco primeros sábados de mes que la misma Virgen Santísima ha recomendado vivamente. Desde la primera aparición en Cova da Iria, el 13 de mayo de 1917, la Virgen pide a los videntes que recen el Santo Rosario diariamente.

fatima Papa Fracisco
fatima Papa Fracisco

En la aparición del 13 de junio, María Santísima dijo a Lucía que Jesús deseaba servirse de ella «para hacerse conocer y amar. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Corazón Inmaculado. A quien la abraza, prometo la salvación; y estas almas serán amadas por Dios como flores puestas por mí para adornar su trono». Cuando la Virgen terminó de decir estas palabras, Sor Lucía cuenta haber visto «frente a la palma de la mano derecha de Nuestra Señora un corazón rodeado de espinas que lo traspasaban» comprendiendo«que este era el Inmaculado Corazón de María, ultrajado por los pecados de la humanidad y deseaba reparación».

FÁTIMA, LA IMPORTANCIA DE LOS PRIMEROS SÁBADOS DEL MES

En la tercera aparición, la del 13 de julio, Nuestra Señora, después de haber mostrado el infierno y anunciado un terrible castigo si la humanidad no se convertía, agregó: «Para impedir todo esto vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Corazón Inmaculado y la comunión reparadora de los primeros sábados». 

ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA

Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo.

Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

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