Hoy te vamos a contar la desgarradora historia de Bailey Cooper, un niño de 9 años enfermo de cáncer y su gran amor y maravillosa sonrisa. Para un padre, que le digan que su hijo está enfermo de cáncer es la noticia más devastadora que puede recibir, un abismo que te derrumba. La enfermedad no sólo mata a la persona enferma, sino a toda la familia.
A Bailey le habían diagnosticado un Linfoma de Hodgkin en estadio tres, un tipo de cáncer que se desarrolla en el sistema linfático del organismo. Los médicos se habían dado cuenta de que el caso del pequeño era desesperado y, tras varios tratamientos y quimioterapias, el cáncer había reaparecido.
Bailey Cooper consigue abrazar a su hermanita
En ese momento, los médicos dijeron a la familia que no podían hacer nada más y que probablemente el bebé no viviría lo suficiente como para conocer a su hermanita. La madre estaba embarazada y el bebé nacería en noviembre. Pero era agosto y a Bailey le quedaba poco tiempo de vida.
Pero el pequeño no tenía intención de darse por vencido y luchó con todas sus fuerzas y determinación para poder abrazar a su hermanita. Cuando la pequeña nació y logró tenerla en sus brazos, Bailey le dedicó sus últimas palabras diciéndole que le hubiera gustado quedarse pero que ya era hora de que se fuera y se convirtiera en su ángel de la guarda. A pesar de todo, el niño estaba feliz e incluso había organizado su funeral.
Nadie ese día debería haber llorado más de 20 minutos y sus amigos deberían haberlo saludado disfrazados de superhéroes. Bailey partió en los brazos de ese Dios que sin duda lo acogió y lo amará mucho. Su hermanita en el cielo tendrá el más hermoso de los ángeles guardianes y quién sabe si mirando a sus amigos vestidos de superhéroes volvió a sonreír abrazando desde lo alto a todos los que lo amaban.
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